lunes, 18 de febrero de 2013

¡Católicos, llegó la Cuaresma!

Es tiempo para que la persona analice su vida y se de cuenta que todavía hay algo que puede cambiar para ser mejor y poder vivir más cerca de Jesucristo
 
¡Católicos, llegó la Cuaresma!
¡Católicos, llegó la Cuaresma!
Sabia es la frase “el tiempo pasa volando”. Quizás muchos todavía piensan en lo bien que lo pasamos en la Navidad y no se han dado cuenta de que ya hemos cambiado por segunda vez de tiempo litúrgico. Después de Navidad hemos tenido siete semanas de tiempo ordinario y ya hemos entrado, con el Miércoles de Ceniza, a la Cuaresma que dura 40 días o 5 semanas y 5 días.

La Iglesia nos ayuda a aprovechar los tiempos litúrgicos de una manera especial buscando que nos preparemos para una fiesta venidera. La Cuaresma, en concreto, nos invita a prepararnos para la fiesta de la Resurrección de Jesucristo, esencial para nuestra fe: Jesús no está muerto, sino que ha resucitado. Pero para esto tenemos que pasar antes por la Semana Santa donde recordamos el sufrimiento y el amor de Cristo por cada uno de nosotros al aceptar ser flagelado, muerto y sepultado para la salvación del hombre.

Es por esto que se dice de la Cuaresma que es el tiempo que tenemos para prepararnos para poder contemplar y meditar mejor sobre los misterios de la Pasión de Jesús. Es tiempo de conversión, y no se entienda esta palabra sólo sobre la acción de pasar de una religión a otra (también puede ser), sino como una invitación a los católicos que están un poco alejados para que vuelvan a estar con Cristo.

Así, todos podemos tener momentos de conversión en nuestra vida. Es tiempo para que la persona analice su vida y se de cuenta que todavía hay algo que puede cambiar para ser mejor y poder vivir más cerca de Jesucristo. De ahí deben salir propósitos para mejorar y un sentimiento de querer volver a empezar a través del arrepentimiento de nuestros pecados en la Confesión.

En este tiempo, el sacerdote viste el color morado que significa luto y penitencia. Las lecturas de la Santa Misa nos invitan a la conversión. La Iglesia nos manda a hacer penitencias, a vivir el ayuno y la abstinencia en los días marcados. Se recomienda un mayor tiempo de reflexión y oración, y para hacer pequeñas o grandes obras de caridad. En muchos lugares aún se sigue teniendo la bonita e importante tradición de tener calendarios de Cuaresma en sus casas y poder así cumplir un propósito diario para prepararse mejor. En fin, muchas cosas nos ayudan a tener presente que estamos en Cuaresma, pero muy bien sabemos que a pesar de ello nos es fácil desconcentrarnos con otras cosas, buenas o malas, y olvidar su sentido.
Unas palabras sobre el ayuno y la abstinencia. Seguramente pocos han tenido el Código de Derecho Canónico en sus manos. Por mi parte sólo desde hace poco descubrí la maravilla que él contiene. Se trata de un libro que recoge las normas jurídicas que regulan la organización de la Iglesia Católica, su jerarquía, los derechos y obligaciones de sus fieles, los sacramentos y las sanciones que se establecen por la violación de estas normas. El código vigente fue promulgado por el beato Juan Pablo II en 1983.

Sin desviarnos del tema, el código habla de la abstinencia y del ayuno. El canon 1251 dice que “todos los viernes [del año], a no ser que coincidan con alguna solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro elemento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardará el miércoles de Ceniza y el Viernes santo”. Sobre lo primero, abstinencia (no comer carne) todos los viernes del año, es algo que deberíamos recuperar como Iglesia Católica. El significado de ese sacrificio nos ayuda a recordar la Pasión de Cristo y a hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados.

El código también da algunas explicaciones más precisas. El canon 1252 nos dice que la abstinencia obliga a los que hayan cumplido 14 años de edad. El ayuno obliga a los mayores de edad (18 años) hasta que hayan cumplido 59 años. El canon 1245 recuerda que por causa justa y según las prescripciones del Obispo diocesano, el párroco puede dispensar a sus fieles de estas obligaciones en algunas situaciones particulares.

Aprovechemos esta Cuaresma centrados en prepararnos mejor para la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.


Te invitamos a escuchar el podcast Vive la Semana Santa

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