miércoles, 9 de enero de 2013

Santísima Trinidad



1.    LOS ONCE DISCÍPULOS FUERON A GALILEA, A LA MONTAÑA DONDE JESÚS LOS HABÍA CITADO

Los once discípulos, cumpliendo la orden del Señor que les transmitió mediante el ángel y las mujeres, van a Galilea, esto puede haber sucedido después de de las apariciones en Jerusalén. Lo que esta claro es los que dice el evangelio, “a la montaña donde Jesús los había citado”,  y puede ser también que el mismo Señor, le hubiera dicho donde reunirse en alguna de sus apariciones en Jerusalén.
Y los cita a la montaña, ¿Cuál?, he leído a autores que suponen el Tabor, aunque el evangelio no lo dice. Sin embargo lo que hay que destacar que muchos sucesos interesantes en los evangelios suceden en la montaña, o el monte, lugar predilecto de Cristo apara subir a orar.

2.    AL VERLO, SE POSTRARON DELANTE DE ÉL

Relata Mateo: “Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron”. Entendemos que en cuanto apareció Cristo se postraron en señal de una profunda reverencia. Pero tenemos algo extraño en el relato: “algunos todavía dudaron”,  y suponemos que solo estaban los once, que eran sus íntimos amigos y no otros, porque ellos fueron citados, ya sea por el mensaje de los ángeles a las mujeres o el de Cristo a la mujeres o finalmente porque el Señor solo a los once les había prometido antecederles allí en Galilea.
Llama la atención esto de la duda, porque ya habían visto en otras ocasiones al Señor Resucitado, recordemos que además con cierta pruebas, como mostrarles las manos, los pies con los agujeros de los clavos, en incluso tocarle y comer con ellos.

3.    PERO EN UN PRIMER INSTANTE, ¿NO ESTUVIERON SEGUROS QUE ERA EL SEÑOR?

Puede suceder también que el relato nos quiere decir que en un primer instante no estuvieron seguros que era el Señor quien se le aparecía, esto también sucede en otros relatos, como por ejemplo después de la multiplicación de los panes, cuando a la noche estaban remando en el lago, vino el Señor “a ellos andando sobre el mar.” Pero ellos, “viéndolo andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma.” “Y después que El les dijo quién era, todavía Pedro le dijo: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas” (Mt 14). Otros caso se presenta por ejemplo en el relato de los peregrinos de Emaús o también lo que le sucedió a Magdalena, que pensó que era el hortelano (Jn 20:15). Y en el mismo lago de Genesaret, mientras estaban pescando, se les apareció el Señor y los llamó, pero “los discípulos no se dieron cuenta que era Jesús” (Jn 21:4) hasta posteriormente, y sólo Juan fue el primero en caer en la cuenta (Jn 21:7).
¿No sucede hoy a nosotros lo mismo?, ¿Por qué dudamos que sea Cristo quien se dirige a nosotros?, En un momento, a los apóstoles no les fue fácil creer en la resurrección de Jesucristo, pero los hechos les dieron mayor firmeza, al comprobar directamente la realidad de los sucesos que estaban presenciando. Ojala que nos demos cuenta siempre de la presencia del Señor en nuestras vidas y para ello, hay que orar siempre para que tengamos mucha fe.

4.    “YO HE RECIBIDO TODO PODER EN EL CIELO Y EN LA TIERRA”

Observamos como estos versículos muestran una realidad que para los discípulos de Jesús no era fácil entender, Aquél que poco antes había sido crucificado, que había sido llevado al sepulcro y que resucitó después, ahora estaba junto a ellos. Y cuando los discípulos vieron al Señor, postrándose en tierra lo adoraron. Sabiendo el Señor que algunos todavía dudaron, él no duda  en acercarse y hablarles íntimamente para alejar de sus corazones toda clase de dudas y los confirma en la fe diciéndoles; “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.”
El Señor, nos esta manifestando algo muy grande, El ha recibido toda la autoridad del cielo, dada por el Padre, con plenitud de poder, en el cielo y en la tierra, en el cielo sobre lo celestial y en la tierra sobre toda la humanidad. El evangelista San Juan relata que el Padre le dio poder sobre toda carne, para que les dé la vida eterna; “Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. (Juan (SBJ) 17,2). Cristo Jesús, ejerce poderes divinos, ya que tiene el poder de Dios autoridad sobre todo lo creado  y que terminará ejerciéndola en el juicio final (Mt c.25). San Jerónimo enseña que “Se le dio toda potestad en el cielo y en la tierra, porque Aquél que antes sólo reinaba en el cielo, por la fe de los creyentes debía reinar ahora en la tierra”  (Catena aurea ES 5816)

5.    VAYAN, Y HAGAN QUE TODOS LOS PUEBLOS SEAN MIS DISCÍPULOS

Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, les dice le Señor, es la misma exigencia que nos hace también Cristo Jesús hoy, ir a predicar el evangelio, y a instruir a todo el mundo sobre sus enseñanzas, para que muchos se hagan sus discípulos.
La fe de los apóstoles, esta basada en un experiencia directa, ellos son testigos  y reciben el mensaje del Jesús resucitado para llevarlo por el mundo. En esta orden de predicar el Evangelio a todas las gentes, junto con el  bautismo, se observa ya el  universalismo cristiano en acción entre los gentiles.  Este es el gran mandato, la gran misión de Jesús a la que todos debemos ser  fiel, por siempre, hasta el final de los tiempos, para que muchos conozcan al Señor, se hagan cristianos y se hacen católicos, aún mucho mejor.
La tarea de evangelizar, es muy urgente  ante los profundos cambios que se van realizando en nuestra sociedad.  Ciertamente, en la medida que a todos nos sea posible, con los medios que  dispongamos y en el ambiente el cual vivimos, estamos invitados a evangelizar y  a seguir con amor este mandato. Anunciar el evangelio es un deber,  una obligación que incumbe a todo cristiano. San Pablo experimentó esta urgente necesidad de predicar, tarea que ejerció como un servicio a los demás. (Ver link:   “AY DE MÍ SI NO EVANGELIZO” .Comentario a 1Cor 9,16-19.22-23

6.    “VAYAN Y BAUTICEN”.

Al instruir el Señor a sus discípulos,  se preocupa de que en primer lugar hay que enseñar a todas las gentes y después de enseñarlas, bautizarla, por esta razón San Jerónimo enseñaba de que “no puede suceder que el cuerpo sea quien reciba el sacramento del bautismo, a no ser que el alma reciba antes la verdad de la fe”. ¿Y entonces porque razón bautizamos a los niños?, lo hacemos porque ellos también son acogidos por el amor de Dios y desde pequeños pueden ser incorporados al misterio de Cristo, como del mismo modo, ser acogidos en la fe de la Iglesia. No obstante, esto nos exige aceptar un compromiso como padres cristianos, o como padrinos, esto  es comprometernos a educar a nuestros hijos cristianamente en nuestra fe.
Y el Señor dice  Bautizar y no es solo sumergir, es además lavar, purificar. Es el Bautismo cristiano, que hace nacer de él y del Espíritu y sin él “no se puede entrar en el reino de los cielos” (Jn 3, 3.5.6.7), y San Pablo enseña que el bautismo hace “convivir” con Cristo (Rom 6:4; 6:1-11). Y agrega que este bautismo  debe ser en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Algo importante en el encargo que les hace el Señor: “y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado”. ¿Y que nos ha mandado el Señor?: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros”. (Jn 13, 34-35)

7.    EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO

Nos pide Nuestro Señor Jesucristo: “sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado”. El Espíritu Santo, es el que nos hará hablar, predicar y enseñar a cumplir los que nos ha mandado Jesucristo, el  mismo Espíritu Santo que habló por los profetas, el que hace escribir y escuchar y dar gracias, el que nos llena de gozo, el que nos da fuerza, luz, consuelo, que está lleno de bondad, que es dulce huésped del alma y suave alivio de los hombres.
Ciertamente, entre los cristianos de distintas confesiones hay diferencia en como cada uno lleva su fe, no obstante hay mucho mas cosas que nos unen de las que nos separan, y el Señor nos ha mandado que “os améis los unos a los otros”, es decir a todos nuestros hermanos por igual. Y todas las confesiones cristianas y trinitarias bautizan a sus hermanos en el “Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y nadie se le ocurriría bautizar omitiendo a alguna de las Personas Divinas, de esto se deduce cuán indivisible es la esencia de la Trinidad y que el Padre es verdadero Padre del Hijo, que el Hijo es verdadero Hijo del Padre y que el Espíritu Santo es verdaderamente el Espíritu del Padre y de Dios Hijo y que además lo es de la Sabiduría y de la Verdad, que es el Hijo. Dídimo el Ciego escritor eclesiástico del s. IV, comenta, “El fundamento de la felicidad de los creyentes y todo el Plan de la salvación está basado en esta Trinidad”
San Jerónimo nos enseña; El Señor nos mando a bautizar en el “Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, porque siendo una misma la divinidad de las Personas, debía ser una misma la gracia que concediesen, porque la palabra Trinidad significa un solo Dios.

8.    YO ESTARÉ CON USTEDES TODOS LOS DÍAS HASTA EL FIN DEL MUNDO

El Señor nos promete que nos va a asistir, y en forma constante, “yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, es decir siempre contamos con su ayuda y su protección para que llevemos adelante la misión que el nos encomienda.  Esta promesa del Señor, no fue solo para los once, es extendida para todo los que sean sus discípulos y es la misma que hizo Dios a su hijos de siempre;  “Así pues, vete, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes decir.  (Éxodo 4,12) 4), “Yo estaré contigo” (Éxodo 3,12), No temas, que contigo estoy yo;  (Isaías  41,10).
Es entonces ya, el momento de que atendamos la petición de Cristo de ir a todos los pueblos, a predicar el Evangelio a todas las gentes junto con el bautismo. Este es el gran mandato, es decir la gran misión que nos dio el Señor, y la debemos hacer con fidelidad en todos los tiempos y en todas las circunstancias, confiando plenamente de la asistencia y protección, garantía para vivamos un apostolado firme, constante y por siempre.
Con todo, no olvidemos que cuando Jesús dice a todos los pueblos, esta diciendo a los creyentes e incrédulos. Porque el que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Porque no basta creer, porque el que cree y no está bautizado todavía, no ha alcanzado aún la salvación, sino imperfectamente. Así se dirá tal vez cada cual a sí mismo: Yo seré salvo porque he creído. Y así será en efecto, si une las obras a la fe; porque la verdadera fe consiste en que no se contradiga la obra con lo que dice la palabra. “Pero el que no creyere será condenado”. (Mc 15-16)

9.    ORACION

¡OH mis Tres, mí Todo, me abandono a vuestro amor!…. ¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mí paz, ni hacerme salir de Vos, Oh mi Inmutable, sino que cada momento me sumerja más íntimamente en la profundidad de vuestro misterio.
Pacificad mi alma; haced de ella vuestro cielo, vuestra morada predilecta, el lugar de vuestro descanso. Que nunca os deje allí solo sino que permanezca totalmente con Vos, vigilante en mi fe, en completa adoración y en entrega absoluta a vuestra acción creadora.  (Beata Isabel de la Trinidad)

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