miércoles, 9 de enero de 2013

Evangelio de Juan


Parte de la crítica moderna rechaza que el discípulo Juan sea el autor del cuarto evangelio; otros siguen defendiendo la tesis tradicional.
La obra se escribió a principios del siglo II y posiblemente circuló primero de forma abreviada y mas tarde se le añadieron secciones por el llamado “redactor ecclesial” (15,1-17,26;21,1-25). A pesar de ser tardío entronca con la predicación o “kerigma” de los orígenes cristianos: Proclamación de la mesianidad y divina filiación de Jesús, partiendo de las señales o signos para desarrollar la fe en Cristo y obtener así la vida eterna.
Parece claro que no se escribió en Palestina ya que traduce lugares geográficos muy conocidos allí. Tal Vez se redactó para alguna comunidad judeocristiana de Egipto o Siria. El autor parece que está muy fluido por una corriente de pensamiento, que coincide con los documentos esenios encontrados en Qumra: importancia del conocimiento; dualismo a base de antinomias (luz-tinieblas; verdad-mentira; ángel de luz-ángel de tinieblas); insistencia con perspectiva escatológica en la mística de la unidad y en la necesidad del amor fraterno.
El evangelista proyecta sobre la figura de Jesús sus propias convicciones de fe: este Jesús aparece en vida como si ya estuviera glorificado, en una total identidad con el Padre (14,10-11; 15,23-24…), entregado a liberar al mundo de las tinieblas para instaurar el reino de la luz. Pretende poner de manifiesto que los hechos y palabras de Jesús son “signos” cuyo sentido no se comprendió hasta que Jesús fue glorificado.

Los signos de Jesús: Juan es el evangelista de los símbolos. Ya en el Antiguo Testamento se presentaban los prodigios más sorprendentes como signos de la asistencia de Yahvé a su pueblo. El signo invita a pensar en la cosa significativa. Para Juan los portentos de Jesús no tienen como finalidad el socorrer necesidades o demostrar un poder taumatúrgico, sino que se realizan por Jesús para invitar a un cambio de vida o para mostrar un nuevo camino, un a nueva vida, una luz que se convierte en Fuente de vida. Su muerte será el signo supremo de que su vida fue un acto de entrega para lograr otra vida.

Dimensión cultural y sacramental: Está mucho más presente que en los sinópticos. La vida de Jesús se desarrolla en el marco de la vida litúrgica judía, en conexión con las principales fiestas y a menudo en el Templo. EL es el centro de la religión renovada “en espíritu y en verdad”, que se expresa y actualice por medio de los sacramentos.

Jesús, Verbo encarnado del amor del Padre: Jesús es, para Juan, el Verbo hecho hombre, que ha venido a dar la vida a los hombres. El misterio de la Encarnación domina todo el pensamiento de la Evangelio de Juan. Se expresa en lenguaje de misión y testimonio: Palabra enviada a la tierra y que debe volver al Padre cuando se cumpla su misión; misión que consiste en reveler a los hombres los misterios divinos.

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