miércoles, 9 de enero de 2013

El Milagro de los Panes



1.      “¿CÓMO COMPRAREMOS PAN PARA QUE COMAN ÉSTOS?”

Jesús se manifiesta en el evangelio de hoy preocupado por el alimento de los que le siguen y luego los alimenta personalmente. Al pronunciar la acción de gracias y repartir el alimento perecedero, Jesús está ya apuntando al “alimento que permanece para vida eterna” (Jn 6,27). También este nos viene de su providencia amorosa, que, más que la salud del cuerpo, quiere la santidad de los que el Padre le ha confiado. Por lo demás, nosotros estamos llamados a ser instrumentos de la providencia para nuestros hermanos los hombres, tanto en el alimento corporal como en el espiritual.
San Juan comienza con este párrafo la sección dedicada a la revelación de Jesús como alguien que da el verdadero pan y es él mismo “pan de vida”. Jesús, en el marco de la pascua judía; “Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos”, sube al monte con sus discípulos, seguido por el gentío que se sentía atraído por las obras extraordinarias que él realiza. Jesús, es quien toma la iniciativa de dar de comer a la multitud que le seguía; “Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”, apareciendo de inmediato como el protagonista absoluto de la escena, consciente de sus acciones y de los motivos que la impulsan. Es asimismo él quien distribuye a la gente los panes multiplicados; “Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.”, Además Jesús se pone a servir, siendo el primero en dar ejemplo para que sus discípulos aprendan a hacer lo mismo. Se puede ver aquí, como en una imagen, la fotografía de la última cena, la verdadera y definitiva pascua de Jesús, durante la cual tomó y distribuyó el pan después de haber dado gracias al Padre, escena que Juan no narra explícitamente en su evangelio.
Jesús, al multiplicar los cinco panes y los dos peces ofrecidos por un niño, da una respuesta decisiva e innovadora a las objeciones de Felipe y de Andrés sobre la falta de dinero y la escasez de alimento para poder saciar el hambre de todos. Se trata de la respuesta del amor generoso, sobreabundante, del Padre, que a partir de poco, de la debilidad humana ofrecida del todo y compartida, sacia la necesidad de cada uno más allá de lo que es suficiente, con generosidad y sin condiciones.

2.      UN ACONTECIMIENTO EXTRAORDINARIO

El acontecimiento de la multiplicación de los panes y los peces, es constatado repetidamente en los Evangelios, ya sea porque fueron al menos dos veces las que el Señor realizó ese milagro y por la notable impresión que ese prodigio causo en el las gentes. Jesús, no solo se preocupa de las necesidades espirituales de los que le siguen, sino que también lo hace de orden material.
¿Cómo aconteció ese instante que maravilló a unos 5.000 participantes? Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. El relato cuenta que él va a la otra parte del mar de Galilea o Tiberíades. San Juan precisa el lago con el nombre de Tiberíades para sus lectores étnicos, ya que después que Antipas fundó en honor de Tiberio, en el borde del lago, la ciudad de Tiberias, y puso en ella su capital, prevaleció este nombre en el uso griego.
No obstante las precisiones de San Juan, en este caso el no comenta el motivo de este retiro de Jesús con sus apóstoles, como lo hacen los Evangelios sinópticos de un descanso junto con sus discípulos, (Mc 6:30) y motivo de nuevas instrucciones. También influyó el andar por ahí la orden que por aquellos días Antipas dio de decapitar al Bautista. (Mt 14:12.13).
A Jesús, lo seguía una gran multitud muy necesitada, y al ver los signos que hacía sanando a los enfermos, todos quedaban asombrados a causa de los milagros que hacía y había hecho por aquella región ya antes. Los Evangelios sinópticos expresan que cuando Jesús llegó a aquella región, ya otros grupos de personas se le habían adelantado – san Marcos -. El recorrido por el lago era la mitad que por tierra. Esto hace suponer, o en un retraso en el remar a causa del calor, o en un retraso por conversar con los apóstoles.
San Juan destaca aquí; “Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos” Este dato, no lo dicen los otros Evangelios. Tal vez san Juan, apunta a la Eucaristía – comunión, sacrificio -, que tendrá lugar en la Pascua siguiente.

3.      JESÚS SUBIÓ A LA MONTAÑA Y SE SENTÓ ALLÍ CON SUS DISCÍPULOS.

San Juan nos presenta primero el diálogo con Felipe y luego con Andrés; “Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe”. El evangelista, tiene la delicadeza de relatarnos los diálogos que tiene Jesús con sus amigos, así nos muestra a Jesús hablando con Nicodemo, con la samaritana, la vocación de los primeros discípulos y discursos del cenáculo. Y así presenta aquí lo mismo que dicen los evangelios con una estructura histórico-literaria de diálogo. Otro detalle, es que a san Juan le interesa destacar aquí la presciencia de Jesús, ya que le decía esto a Felipe para probarle, pues el sabía lo que iba a hacer. “Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer”. San Juan omite la escena de los evangelios sinópticos en la que los discípulos piden que despida a la gente para que puedan lograr provisiones. Igualmente omite la predicación de Jesús a las gentes y los milagros hechos entonces. Basta el esquema que mejor le permita destacar las características eucarísticas. Otro dato mas, es que Felipe, con su golpe de vista, calcula que no bastarán para abastecer aquella cantidad de gente con 200 denarios para que cada uno reciba un pedacito de pan. Como dato aparte, El denario en la época de Jesús era el sueldo diario de un trabajador – San Mateo 20:2 – . Así, 200 denarios, repartidos entre 5.000 hombres, venían a corresponder a un denario por cada 25 hombres. A los que había que añadir las mujeres y niños.
Otro discípulo que interviene en este diálogo es Andrés, el hermano de Simón Pedro. El que Jesús plantease el problema del abastecimiento a Felipe es que éste era de Betsaida y podía indicar soluciones. El citarse a Andrés como hermano de Simón Pedro, más que por ser un aspecto literario, es por lo que Pedro significaba a la hora de la composición de los evangelios.
Andrés apunta la presencia de un muchacho, seguramente uno de esos pequeños vendedores ambulantes que siguen a las multitudes, y que tenía ya solamente cinco panes de cebada y dos peces. Pero esto no era solución. El pan de cebada, matiz propio de San Juan, era el alimento de la gente pobre. Por peces pone el término diminutivo de, que significa, originariamente, un alimento preparado sobre el fuego y que luego se toma con pan, sobre todo de carne o pescado. De esta palabra vino por el uso a ser sinónimo de pescado, sobre todo en el contexto de San Juan – 21:9.10.13 – .
Estos pequeños peces acaso fuesen pescado seco en salazón (salados) o preparados ya para la venta. En esta época existía en Tariquea, al sur del lago, una factoría de salazón de pescado.
Todas estas preguntas y pesquisas tendían a garantizar más manifiestamente el milagro, al comprobar la imposibilidad de alimentar a aquella multitud en el desierto. Y, una vez garantizado esto, el milagro se va a realizar de una manera nada espectacular, sino discretamente.

4.      JESÚS TOMÓ LOS PANES, DIO GRACIAS Y LOS DISTRIBUYÓ

Otros detalle que nos hace muy vivo el relato, san Juan dice que; “Había mucho pasto en ese lugar” y que a la orden de Jesús;  “Háganlos sentar”,todos se sentaron y que eran unos cinco mil hombres”. Notemos que sentar era acomodarse en el suelo, es decir recostarse. Los evangelios de San Marcos y Lucas hacen ver que se acomodaron por grupos de 50 y de 100. Los colores vivos de sus vestiduras, bajo el sol palestino, daban la impresión de un jardín, al tiempo que facilitó luego el recuento y el servicio. La multitud de sólo hombres se valuó en 5.000. Las mujeres y niños contaban poco en la vida social de Oriente, por lo que no se contaban. No es inverosímil esta cifra. Bajo el procurador de Roma en Judea Félix – 52-60 d. C. – , un seudo-Mesías congregó en el desierto en torno suyo unas 30.000 personas y con ellas marchó al monte de los Olivos.
En la descripción del rito del milagro, San Juan la hace con claros rasgos tipológicos orientados a la Eucaristía, sin embargo omite un rasgo que los tres Evangelios sinópticos recogen, donde Jesús elevó sus ojos al cielo antes de la bendición. Era gesto frecuente en Jesús en varias circunstancias de su vida. El mismo Juan lo relata en otras ocasiones – San Juan 11:41; 17:1-
Jesús tomó los panes, dio gracias (Los tres evangelios sinópticos usan el verbo bendecir) y los distribuyó a los que estaban sentados. Esto es, Jesús tomó – en sus manos – los panes. Pudo haberse omitido este detalle o haber Jesús dado orden de repartirlos sin tomarlos en sus manos. Pero es gesto que está también en los relatos de la institución eucarística. Los judíos, antes de la comida, pronunciaban una “berekah” o bendición. De esta divergencia de fórmulas se dudó si el rito de Jesús tuvo dos partes: una acción de gracias al Padre por la acción que iba a realizar – San Juan 11:41.42; cf. v.23 – , y en la que su humanidad imploraba el milagro, y luego una bendición ritual sobre el pan. Pero esta divergencia no es probativa, pues los mismos sinópticos en la segunda multiplicación de los panes usan indistintamente ambos términos como sinónimos. Debe de apuntar también característicamente a la Eucaristía, como ponen Lucas y Pablo. En cambio, los sinópticos dicen que dio el pan. San Juan dice en forma condensada, seguramente intencionada, que Jesús mismo distribuyó de los panes a los que estaban recostados, naturalmente sería a algunos; lo que suponía distribuir partiéndolos (Cfr Mt14:19 y Mc 6:40). Rito usual que realizaba el paterfamilias en la cena pascual y que él mismo distribuía luego a los comensales. Los Evangelios sinópticos dicen que Jesús entregó el pan los discípulos para que ellos lo distribuyesen a la gente. Este detalle de San Juan, dentro de este amplio contexto característico, de la institución eucarística, debe de ser un rasgo más, deliberado y convergente, a la misma: en ella Jesús dio el pan eucarístico a los apóstoles.

5.      JESUS DA EL PAN A LOS QUE ESTABAN RECOSTADOS, COMIERON TODOS, Y TODOS CUANTO QUISIERON.

No obstante todos los detalles del relato, donde se desprende que la formulación conserva el relato de la institución eucarística, los expertos comentan que a la hora de la composición de este evangelio era la evocación de la fracción del pan. Otros detalles, tenemos que deducirlos nosotros mismo, introduciéndonos o sentándonos en ese pasto que relata el Evangelista, en el sentido que no es tarea fácil que el Señor repartiera el solo a mas de 5000 personas el pan con sus propias manos, por esa razón debemos pensar que el milagro de la multiplicación se hacía en las manos de los apóstoles, lo contrario supone un incesante ir y venir los discípulos a Jesús. Además es el único de los cuatro evangelistas que dice, en forma condensada, que El dio el pan a los que estaban recostados y omite la descripción de que El mismo repartió los peces, cosa que dicen los evangelios sinópticos – San Marcos-Lucas – . Es por razón del valor particular eucarístico. De ahí el no detenerse casi nada en la descripción de la multiplicación de los peces. Toda su atención se centra en la multiplicación de los panes.
Los apóstoles no se cansaron de recorrer, repartiendo pan y pescado, a aquella enorme multitud. Terminado el reparto de aquella comida milagrosa, resaltan enfáticamente que comieron todos, y todos cuanto quisieron. No fue un expediente para salir del paso. Fue una perfección total, que causó una gran sorpresa. Nos recuerda la fórmula de saciarse del maná – Sal 78:29; 105:40 – Una vez saciados, el Señor dijo; “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los evangelios sinópticos también consignan el detalle de esta orden y los recogen en canastos, que uso tan frecuente en los judíos. Era costumbre de los judíos recoger, después de la comida, los pedazos caídos a tierra Había en esa costumbre un respeto religioso a Dios, dador del pan de cada día. El hecho de recogerse aquí las sobras del pan sobrante tiene una finalidad apologética, como se ve por referir este detalle los tres sinópticos: constatar bien y garantizar el milagro.
San Juan describe; “Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada” .Se recogieron doce cestos de sobras, que parecen corresponder a uno por cada apóstol. Pero San Juan destaca que estos fragmentos de pan eran de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido; es decir, la multiplicación prodigiosa era de la misma naturaleza que el otro pan. Todos comen de un mismo pan. (Cfr 1 Cor 10:17)

6.      “ÉSTE ES, VERDADERAMENTE, EL PROFETA QUE DEBE VENIR AL MUNDO”.

Los evangelios sinópticos nos recogen la impresión causada por el milagro sobre la multitud como lo relata aquí San Juan. Es probablemente que, además del hecho histórico, el evangelista destaca un segundo tema tipológico emparentado con el viejo éxodo. La impresión de las gentes que seguían al Señor fue tan profunda, que, viendo el milagro que había hecho, decían: “Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo. ”Y querían, por ello, proclamarle rey. En el Deuteronomio se anuncia un profeta para orientar en el curso de la vida de Israel, y al que han de oír como al mismo Moisés - Dt 18:15 – Literariamente se anuncia un profeta, pero es, en realidad, como lo exige el mismo contexto, el profetismo, toda la serie de profetas que habrá en Israel, pero incluido el Mesías.
Los fariseos distinguían el Profeta del Mesías – San Juan 1:24 – . En ninguno de los escritos rabínicos se los identifica. Precisamente en los escritos de Qumrán se distingue explícitamente el Profeta de los Mesías de Aarón e Israel. Pero en el pueblo las ideas andaban confusas, y los evangelios reflejan esta creencia popular, que en unas ocasiones lo distinguían – San Juan 7:40.41 – , y en otras lo identificaban – San Juan 6:14.15 – 14.
Existía la creencia de que el Mesías saldría del desierto, que en El se repetirían las experiencias del Éxodo, y que el Mesías provocaría una lluvia prodigiosa de maná. Esta multiplicación de los panes, y en lugar desierto - cf. San Mateo 14:15 par. – les evoca todo esto, y quieren venir para arrebatarle, forzarle y hacerle rey.
Un dato importante para entender la cantidad de gentes congregadas, es lo que dice san Juan, se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos, por tanto seguramente se habían reunido allí gentes de muchas partes de Galilea, como punto de cita para formar en las caravanas que iban a subir a Jerusalén para la inminente Pascua. Debían de pensar forzarle a ponerse al frente de sus caravanas y marchar en gran muchedumbre, triunfalmente a Jerusalén, para que allí, en el templo, recibiese la proclamación y consagración oficial mesiánica.
El Señor, nos muestra otro aspecto del cual nos debemos maravillar, luego de este extraordinario milagro y ante el gran asombro de todos, podemos no se si bien o mal, pensar que El se retiro en medio de vítores y aplausos, pero todo aquel plan de precipitación y anticipación mesiánica fue desbaratado por Jesús. Jesús que; “sabiendo que querían apoderarse de Él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña”. Ni aquel mesianismo material era el suyo, ni aquélla su hora ni el buscaba el felicitación de la personas, por eso se retiró El solo hacia el monte para evitar todo aquello y pasar la noche en oración. Los Evangelios sinópticos hacen ver que forzó a los apóstoles a subir a la barca y precederle a la otra orilla, y cómo El mismo despidió al pueblo. Posiblemente los apóstoles estaban en peligro de caer en aquella tentación, como las gentes, así abortó y acabó con todo aquel prematuro movimiento mesiánico al margen de los planes del Padre.

El Señor les Bendiga
 
XVII Domingo Ciclo B

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