miércoles, 9 de enero de 2013

Abraham, Presente en la Historia de la Salvación



Promesas
Abraham es el punto de partida de la historia de Israel, el Pueblo de Dios. Su importancia aparece en los capítulos del 12 al 25 del libro del Génesis. Habían pasado siglos para que se poblara la tierra y comenzaran a florecer las civilizaciones. Una de las más conocidas y más antiguas con la que tendra mucho que ver el pueblo de Israel será Egipto. Sus orígenes conocidos se remontan a unos cuatro mil años antes de Cristo. Ya en plena luz de la historia, 20 siglos antes de Cristo, Dios hace un llamado a un hombre que vivía en Ur de Caldea:
“Deja tu tierra y la casa de tu padre y ve al país que yo te señalaré. Yo hare grande tu nombre y tú serás fuente de bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan; todas las familias de la tierra serán bendecidas en ti” (Gén 12, 1-3)
¿Cómo fue esa voz del Señor? ¿Cómo tuvo tanta fuerza para que aquel hombre la obedeciera y emprendiera un camino hacia lo desconocido? Abraham es el hombre de la fe. Y la fe es de lo que no se ve. El no veía por muchos años la realización de la promesa que por lo demás se refería al future. Abraham, movido por la fe se convierte en un viajero del desierto. Además tiene 75 años y no hay hijos. Pero Dios de nuevo le habló.:
“¡No temas nada, Abraham! Yo soy tu escudo; tu recompense será grande”. Pero Abraham, hombre realista, le contesta: “Señor Yahveh, ¿qué me vas a dar? Yo no tengo hijos y el heredero de mi casa es Eliezer de Damasco. No me has dado descendencia y un esclavo será el heredero de mi casa”.
El Señor le habló entonces en estos términos:
“No será el heredero él, sino el que saldrá de tus entrañas”. Lo sacó fuera de la tienda y le dijo: “Levanta tus ojos al cielo y si eres capaz cuenta las estrellas…¡Y bien! Tal serátu posteridad”.
Y Abraham creyó (Gén 15, 1-16)
Hay en esta historia narrada con abundancia de detalles un constante coloquio entre Dios y el hombre de la fe. De Abraham y de su mujer Sara nace Isaac y de Isaac viene Jacob. Estos trés serán considerados como los grandes patriarcas del Pueblo de Dios. Cuando Dios hable a Moisés que le pide su identificación, Dios le dirá: “Yo soy el Dios de tus padres Abraham, Isaac, y Jacob”. Los israelitas se sentirán orgullosamente descendientes de Abraham. Esto mismo le dirán a Cristo: “Somos descendientes de Abraham”. El primer mártir cristiano, San Esteban, comenzará a hablar de esa admirable historia de salvación a partir de Abraham para culminar en Cristo:
“Queridos hermanos y padres, escuchenme. Nuestro glorioso Dios se mostró a Abraham cuando estaba en la región de Mesopotamia, antes de que se fuera a vivir a Harán, y le dijo: Deja tu tierra y todos tus parientes y vete a la tierra que te voy a enseñar…” (Hechos 7, 2-8)
Abraham es el hombre creyente a quien Dios prometió hacerlo padre de un pueblo innumerable y en cuya descendencia bendeciría a todas las naciones. El pueblo descendiente de Abraham fue el “Pueblo de Dios” y de él nació Cristo.
Jacob, nieto de Abraham, tiene 12 hijos; cada uno de ellos da su nombre a una tribu. Doce habrán de ser las tribus de Israel(Israel es el nombre que le impone un ángel a Jacob y lo podemos leer en Génesis 32, 29). Los hijos de Israel se multiplican hasta convertirse en un pueblo. Su desarrollo tiene lugar en Egipto. Ahí son bien recibidos al principio, pero después son el pueblo oprimido, esclavizado, hasta que el Señor les envía un libertador: Moisés.

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