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En el
Martirologio Romano se habla el día de hoy de la muerte de Santa Teodora en
Alejandría. Dice "que trasgredió las leyes del bien y la moral por
descuido, pero después se arrepintió y perseveró en el bien y las reglas de
la religión, mientras vivió desconocida e ignorada, en la abstinencia, soportándolo
todo con paciencia hasta su muerte." Estas escuetas
palabras son muy distintas, sobre todo en el tono, a las que contiene la leyenda
de Santa Teodora. En ésta se relata que era la esposa de Gregorio, prefecto de
Egipto y que, al cometer un gravísimo pecado, huyó de su casa para expiar sus
culpas en un monasterio de la Tebaida. Se
hizo pasar por hombre y así vivió durante muchos años entre los monjes, en el
ejercicio de la penitencia y de una extraordinaria austeridad. Cierta vez fue a
Alejandría conduciendo una caravana de camellos; a pesar de su disfraz,
su esposo la reconoció al verla y quiso retenerla, pero ella insistió en
continuar con sus penitencias y ya no volvió al monasterio, sino que se retiró
al desierto, donde vivió hasta su muerte. Los Padres del desierto hablan de una
Santa Teodora, cuyos dichos y proverbios,
llenos de sabiduría, repetían por todas partes, pero la historia que relatamos
antes, tan llena de datos ficticios, no es otra cosa que una fábula de esas que
el padre Delehaye compara con el cuento de Santa Pelagia de Antioquía (8 de
octubre). Lo mismo que Santa Reparata, Santa Marina y otras que vivieron como
hombres entre los monjes, Santa Teodora fue acusada de una culpa de seducción y
sólo fue reivindicada después de su muerte.
El 17 de septiembre, el
Martirologio Romano menciona a otra
Santa Teodora, una matrona romana que atendió valientemente a los mártires
durante la persecución de Diocleciano.
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