9 de septiembre
Kiriano de Clonmacnois, llamado
también "el Joven" para distinguirlo de San Kiriano de Saighir, nació
en la localidad de Roscommon o Westmeath. Su padre, Beoit, era carretero, aunque
también se dice que era carpintero, como San José. Asimismo, se afirma que
murió a los treinta y tres años (aunque probablemente era mayor) y se le
tratan de encontrar otras semejanzas en sus múltiples leyendas, con la
existencia terrenal de Cristo como invenciones instintivas o inconscientes de
las gentes sencillas
cuya sensibilidad se impresionó con la santidad de Kiriano. Su madre llevaba el
nombre de Darerca, pertenecía a la tribu de los Glasraige y era nieta de un
bardo llamado Glas. Es muy posible que las dos familias hayan pertenecido a las
razas que poblaban el
norte de Europa antes de los celtas. Debido a la tiranía de un caudillo o
reyezuelo, Beoit huyó de Antrim, se refugió en Connacht y ahí nacieron sus
siete hijos, entre los cuales figuraba Kiriano.
Se cuentan diversos incidentes
fabulosos ocurridos durante su niñez, como la
resurrección de un caballo muerto, la transformación del agua en miel y una
jugarreta para hacerle una broma pesada a su madre. Esta se hallaba ocupada en
la tarea de teñir telas y lo echó fuera de casa, "puesto que no era
conveniente que los varones estuviesen en la
casa cuando se teñían las telas." [Se han dado muchas explicaciones
ingeniosas sobre esta declaración, pero nadie se
ha puesto a pensar que podría ser un pretexto de un ama de casa muy atareada
que quería deshacerse de los niños para que no la molestaran]. Kiriano se
disgustó y, al salir, masculló entre dientes: "¡Que les quede una raya
desteñida!" De acuerdo con los deseos del niño, las ropas salieron del baño
de tinta azul con una ancha raya desteñida. Se preparó un segundo baño y,
aquella vez, las telas salieron casi blancas. Pero, cuando la buena Darerca
preparó un tercer baño, a Kiriano se le había pasado el enojo y la tinta fue
de un azul tan intenso, que no sólo las telas sino también los perros, gatos y
ramas de los árboles que tocaron el tinte,
quedaron pintados de azul. Kiriano recibió las primeras enseñanzas del diácono
Uis, en la iglesia de Fuerty y, al llegar a los quince años, más o menos, pidió
a sus padres que le dieran una vaca para su sustento y le dejasen
ir a la escuela de San Finiano, en Clonard. Su madre se rehusó, pero su padre
accedió y el muchacho echó la bendición a una vaca que, desde entonces, le
siguió durante el resto de su vida, la "Vaca de Kiriano." Desde un
principio fue, en Clonard, uno de los doce
elegidos que, más tarde, se conocerían como los Doce Apóstoles de Irlanda
(ver a San Finiano, el 12 de diciembre) y, por aquel entonces, debe haber sido
el más grande entre todos porque, mientras los otros tenían que desgranar sus
espigas Y limpiar su grano diariamente, los
ángeles bajaban para desgranar y limpiar en vez de Kiriano. San Finiano lo
estimaba más que a cualquiera, de manera que todos, a excepción de San
Columkill, estaban celosos de él. Cuando la hija del rey de Guala fue enviada a
la escuela para que
aprendiese a leer, se confió su instrucción a San Kiriano. El joven mostraba
tan extraordinaria indiferencia por su alumna, que nunca le miró más que los
pies.
Cuando llegó el momento en que
San Kiriano debió abandonar Clonard, partió hacia las Arans, donde todavía
gobernaba San Enda a todo Inishmore. Allí vivió durante siete años y llegó a
ser muy hábil en trillar y aventar. Kiriano partió de Arans y llegó a la isla
de Scatterry. Después prosiguió su camino hacia la parte central de Irlanda
y llegó a un lugar llamado Isel, donde se quedó algún tiempo en un
monasterio, del que tuvo que partir porque los monjes se quejaron de que su
excesiva generosidad los dejaba desprovistos. Durante su jornada, siguió a un
siervo que le condujo a la localidad de
Lough Ree, cerca de Athlone por donde atravesó a la isla de Inis Aingin (Isla
de Haré) y ahí vivió en el monasterio. Emprendió de nuevo la marcha, acompañado
esta vez por ocho discípulos. Se sintió impulsado a establecerse en un hermoso
paraje llamado Ard Manntain, pero más tarde
se dominó y dijo a sus amigos: "Si vivimos aquí tendremos muchas de las
riquezas de este mundo y, de entre nuestras almas, pocas se irán al
cielo." Prosiguieron la marcha y, al llegar al prado cubierto de césped de
Ard Tiprat sobre la
ribera del Shannon, en la región de Offaly, Kiriano exclamó: "Aquí nos
quedaremos, porque desde este lugar muchas almas irán al cielo y Dios y el
hombre se verán para siempre."
El resto de los registros sobre
la historia de Kiriano son anécdotas en relación con sus virtudes y relatos de
sus milagros. Se mantiene en vigor una "ley" o regla monástica
atribuida a San Kiriano el Joven, que consiste en una serie de preceptos morales
y ascéticos, bastante severos por cierto; es probable que no haya sido
el autor de esa regla, pero ésta representa bien el espíritu de austeridad que
imperaba en los monasterios irlandeses de aquel entonces y que, hasta nuestros días,
caracterizan a la religión gaélica. De acuerdo con sus biógrafos, San Kiriano
sólo vivió lo bastante para gobernar su
monasterio durante siete meses. Al aproximarse la hora de su muerte, pidió que
le llevaran al lugar llamado Little Hill. Desde ahí, levantó la vista a los
cielos y dijo: "¡Terrible es el camino de ascenso!" "No puede
ser terrible para ti", replicaron sus
monjes. "En verdad, repuso Kiriano, que yo sepa no he transgredido ninguno
de los mandamientos de Dios y, sin embargo, aun David, el hijo de Jessé, y
Pablo, el Apóstol, le temían a ese camino." Hizo el intento de acostarse
y los monjes se apresuraron a quitarle las
piedras para que estuviese cómodo, pero él los detuvo. "Dejad las piedras
donde están y poned otras bajo mis espaldas. Aquel que persevera hasta el fin,
se salvará..." "Entonces, dice su historia, el espacio comprendido
entre la tierra y el cielo, se llenó de ángeles que acudieron a recibir su
alma."
Se conservan cuatro
breves biografías de San Kiriano: tres en latín y una en irlandés. La primera
de las escritas en latín fue editada con comentarios críticos por C. Plummer,
en VSH, con algunos datos ilustrativos tomados de las otras. Whitley Stokes nos
hace accesible la biografía escrita en irlandés en su Lives oí Saints from
the Book of Lismore. Las traducciones de todas éstas y abundante material
adicional se encuentran en un libro de R. A. S. Macalister, The
Latín and irish Uves of Ciaran (1921). Ver
también el Acta Sanctorum, sept. vol. III; a J. Ryan, en Irish
Monasticism; J. F. Kenney en The Sources for the Early History of
Ireland, vol. I; y L. Gougaud, en Christianity in Celtic Lands (1932).
Para un resumen breve y completo, ver la Analecta Bollandiana, vol. LXIX
(1951), pp. 102-106.
No hay comentarios:
Publicar un comentario