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María Victoria de Fornari-Strata Beata |
Septiembre 12
Poco
después de su muerte, la Beata María Victoria de Fornari-Strata
se apareció a una devota suya usando tres vestidos: el
primero era de color oscuro, pero adornado con oro y
plata; el segundo también era oscuro, pero adornado con joyas
brillantes; el tercero era blanco?azul reluciente. Esta visión, prescindiendo de
su historicidad, sintetiza los tres estados de vida (conyugal, viudez
y religioso) por los que ella pasó: fue, efectivamente, hija,
esposa, madre, viuda y religiosa (fundadora, superiora y simple monja).
Su vida ejemplar dio testimonio de las más variadas virtudes.
María
Victoria nació en Génova en 1562, séptima de nueve hijos
de Jerónimo y Bárbara Veneroso. Como creció en un ambiente
de amor y de piedad bastante austero, probablemente quiso entrar
en la vida religiosa, pero cuando los padres le encontraron
un pretendiente en la persona de Angel Strata, se unió
a él en matrimonio a los 17 años. Pronto llegaron
los hijos. Cuando Angel murió, sólo ocho años y ocho
meses después del matrimonio, cinco muchachitos se agarraban a las
faldas de la joven madre (tenía 25 años) y un
sexto nacería un mes después.
A pesar de sus hijos, María
Victoria se sintió de repente sola y abandonada y pasó
por una tremenda crisis, durante la cual pidió varias veces
la muerte: una experiencia humana que después le ayudaría a
comprender y a ayudar mejor a las jóvenes desorientadas por
alguna amarga prueba. Pasada la crisis, hizo tres votos: de
castidad, de no llevar nunca joyas ni vestidos de seda,
y de no participar en fiestas mundanas.
Después que las hijas
se hicieron canónigas lateranenses y los hijos entraron con los
mínimos, ella se unió a Vicentina Lomellini-Centurione, a María Tacchini,
a Clara Spinola y a Cecilia Pastori en la Orden
de las Hermanas Anunciatas Celestes, en el monasterio preparado para
ellas en el Castillito de Génova de Esteban Centurione, el
esposo de Vicentina, que también se hizo religioso y sacerdote.
Por su hábito las religiosas fueron llamadas “turquinas” o “celestes”.
La Regla, redactada por el jesuita Bernardino Zanoni, padre espiritual
de María Victoria, estimulaba a las religiosas a una íntima
devoción hacia la Santisima Virgen de la Anunciación, y establecía
una intensa vida de piedad, de pobreza genuina y una
rigurosa clausura. Fundadora y superiora, María Victoria pasó los últimos
cinco años como simple religiosa, dando ejemplo de humildad y
obediencia.
Murió el 15 de diciembre de 1617, y fue
beatificada por León XII en 1828.
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