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La familia (im) perfecta |
En el periódico HOY sale publicado un artículo en la
columna ‘Encuentros’ bajo la firma de Mu-Kien Adriana Sang, que
me acaba de llegar via email y que se titula:
La Familia (im)Perfecta. Este artículo me llega justo
en un momento en que estaba escribiendo un email a
una amiga, donde lamentablemente estaba resaltando más que nada los
aspectos que me gustaría mejorasen en mi familia. De
este modo… me llamó poderosamente la atención el título y
me dispuse a leer inmediatamente estas reflexiones que me dan
la paz de reconocer que la mayor perfección de la
familia está en la capacidad que tiene de asumirse y
aceptarse como imperfecta…cual conjunto de personas igualmente imperfectas
El artíuclo dice
así:
Dentro de unos días, las empresas del país, buscando reactivar
el comercio, empezarán a anunciar las ofertas y las rebajas
con motivo del día de Las Madres. Ofrecerán a buenos
precios juegos de comedor, juegos de sala, juegos de cocina,
artículos para el hogar. Todo para mamá… Las revistas especializadas,
la parte rosa de la prensa dominicana tomarán las tradicionales
fotos con sus sonrientes miembros. Las entrevistas y opiniones, serán
repetitivas: todos aconsejando y diciendo lo perfecta que es su
familia y el ejemplo que son para sus descendientes. El
padre y la madre sentados en sillones altos, los hijos
a los lados sonrientes y bien vestidos, son inmortalizados por
el lente de un periodista gráfico.
Cada año, cuando
veo el despliegue que ofrecen los medios, reflexiono y me
hago muchas preguntas. En esta oportunidad, me atreví a
escribir y comunicar mis viejas reflexiones para compartirlas con mis
lectores. Muchas inquietudes me atormentan ¿Cuál es la
familia perfecta? ¿Existen familias perfectas? ¿Qué es la perfección?
¿Para qué la perfección? Y después de buscar respuestas,
llegué a la hermosa conclusión que la familia más perfecta
es aquella que asume la imperfección como su maravilloso designio.
No puede existir una familia perfecta, sencillamente, porque no
existe un ser humano que sea perfecto.
Lo he
dicho otras veces y no me cansaré de repetirlo: la
familia es el soporte básico de una sociedad. Es el
lugar donde se forjan los valores y se desarrolla y
enredan las raíces que cuando creces, alzas vuelo y buscas
construir tu propia vida, siempre te llevan al mismo lugar:
la infancia, matizada por las enseñanzas y los recuerdos
de tus padres y los juegos de niños con tus
hermanos y hermanas.
Tuve los mejores padres que
una persona puede soñar tener. Pero eran los mejores
en su maravillosa imperfección. Papá era un hombre del
pueblo, nacido en China continental, que decidió romper con su
círculo de pobreza, zarpando a la gran aventura marina.
Llegó al país sin saber hacia dónde llegaría. Añoraba,
como muchos despavoridos de la vida, llegar a los Estados
Unidos, y allí, en la tierra prometida, construir su sueño
americano. Por azar y por recomendación de un tío, llegó
al Caribe y, aquí, en esta media isla, inició su
trayectoria personal. Construyó su familia, y de la mejor
manera posible, de la forma más responsable, legó a sus
hijos una fortuna inmensa de recuerdos y gratos momentos. Hoy,
adulta, sus palabras y su figura acuden a mi memoria
cada día. Mi madre, la madre que supo acunar
en su vientre a 9 hijos, era una mujer trabajadora,
dura, disciplinada y amorosa. Era la que imponía el
orden. Juntos se complementaban maravillosamente. Hoy, sus hijos y
nietos hemos construido nuestro presente, futuro entonces, con nuestros dramas,
amores, desamores, duelos y lazos fraternos; pero, y es lo
más importante, hemos sabido mantenernos unidos a pesar de los
pesares.
Entonces me pregunto. ¿Qué puede ser más perfecto que la
madre que acuna a su hijo por las noches, y
presurosa lo prepara para dejarlo con la tía o la
madre, para salir a buscarle el pan de cada día?
¿Qué puede ser más perfecto que la devoción de un
padre y una madre por un hijo con problemas de
limitaciones físicas? ¿Qué mayor perfección existe en la familia uniparental
por necesidad o circunstancia, donde los hijos, a pesar de
las carencias, se sienten amados? No, no son necesarias las
fotos lindas posadas. Ellas no reflejan el drama, los
temores y las ansiedades de las familias inmortalizadas en el
lento del fotógrafo.
Creo que la perfección
solo se logra con el amor y el perdón.
No puede existir mayor perfección que el perdón cuando un
hijo es acogido con amor por sus padres porque después
de haber sucumbido a la tentación del alcohol y las
drogas, regresa al camino del hogar en búsqueda de ayuda.
Es una verdadera perfección imperfecta, cuando un padre
irresponsable decide llegar al seno familiar suplicando volver a
ser recibido.
La familia perfecta es aquella que sostiene
su verdadero valor en el amor profundo e incondicional.
La familia perfecta es aquella que se reconoce limitada por
sus propios sueños inconclusos, pero que se sostiene en los
lazos de confianza y amor de todos sus miembros. La
familia perfecta acepta los problemas de sus hijos como un
desafío, como una oportunidad para demostrar el amor y
el apoyo.
La familia perfecta es la que reconoce que
sus hijos son hijos de la vida. Los padres
perfectos son los que acompañan y permiten que tomen sus
propias decisiones, aun a sabiendas de que puedan ser equivocadas.
La familia perfecta es la que está presente cuando el
hijo vuelve a su seno para sufrir juntos las consecuencias
de sus opciones. La familia perfecta es la que
está cuando debe estar, sin aspavientos ni estridencias. Concluyo entonces,
que la familia imperfecta es la que en aparenta ser
perfecta.
Deseo terminar estas reflexiones con unas sabias palabras de
la Madre Teresa de Calcuta.
"Enseñarás a volar, pero no
volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu
sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin
embargo... en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará
siempre la huella del camino enseñado."
Madre Teresa De Calcuta.
Kien Adriana
Sang
Siendo que trabajamos desde hace tantos años justamente en ministerios
relacionados con la familia, poco a poco y sin previa
planificación, va uno sintiéndose en el mayúsculo compromiso de pretender
que la propia familia sea perfecta…por el librito. Y
ciertamente, en el día a día existen en todas las
familias los dramas propios de personas imperfectas con vidas propias
y el entretejer de posturas, disposiciones, egoísmos muchas veces, comportamientos,
etc, ligados a los sueños y anhelos particulares, a los
reclamos y faltas de cada cual, a los gustos y
aspiraciones y a las necesidades y quereres de cada miembro.
Todo ello transforma el lienzo familiar en una experiencia
única, muy seguramente plagada de bendiciones, donde lamentablemente tendemos a
resaltar simplemente aquello que no es como lo habíamos planeado…aquello
que no se ajusta a nuestro propio plan y nuestro
propio esquema….a nuestro ‘librito’.
Menciona la Sra. Sang que en estos
días venideros, cuando en el fin de semana último de
mayo celebramos en nuestro país el Día de las Madres,
veremos cómo la prensa rosa, la prensa de sociedad, publicará
como lo ha hecho tradicionalmente, fotografías de familias de nuestro
medio, donde aparecen sus miembros vestidos impecablemente, con una sonrisa
en sus labios y reseñando la felicidad que se vive
en el seno familiar: padres felices, realizados, con hijos
perfectos igualmente felices. O bien una madre, cabeza de
un hogar uniparental, rodeada de sus retoños, que han encontrado
en su progenitora el amparo y apoyo de ambas figuras
paternas…reseñándose también un cuadro perfecto de felicidad.
Estoy de acuerdo
con la Sra. Sang: estas fotos no reflejan el
drama diario que viven las familias que allí se retratan.
Las negociaciones que seguramente deben hacer entre los quereres
particulares de cada quien, los sinsabores, los deseos de más
atención, la falta de amor, el desamor, o el exceso
de amor con que a veces lastimamos a nuestros hijos.
Esas fotos no reflejan las vicisitudes de las familias
uniparentales y las dificultades propias de esa situación. Esas
fotos no reflejan el dolor de no poder acompañar a
un hijo en un momento de triunfo o de fracaso,
de enfermedad o de dolor, simplemente porque se debe cumplir
con un horario de trabajo necesario para poner en la
mesa el pan de cada día y solventar la vida
del hogar. Esas fotos no reflejan que muchas
veces esa pareja se encuentra en el mismo lugar que
tú y que yo, que no teniendo un librito bajado
del cielo para llevar adelante nuestro matrimonio y nuestros hijos,
muchas veces nos encontramos en las dudas propias y en
el no saber cómo será la forma ideal de manejar
una situación determinada. Esas fotos no reflejan que alguna
vez ella se sintió sola, desdichada. Ni reflejan que
él se sintió no valorado o un simple productor de
dinero en su hogar.
Esas fotos no reflejan la
realidad: que esa familia es tan imperfecta como la
mía y la tuya y que la gran belleza de
la travesía familiar es lograr que cada hilo, que somos
cada uno de nosotros, se entrelace en un lienzo fuerte,
unido, que pueda sostenerse ante las tempestades y reconocer que
cada uno es diferente, que cada uno es especial, que
cada uno es irreemplazable. Que cada uno de nosotros
somos únicos y eternamente amados por nuestro Dios. Y
que esas imperfecciones nuestras, ese deseo de ser cada día
mejores, eso que nos hace ser la familia que somos,
con las situaciones que tenemos, con las alegrías y las
penas, con las pruebas, éxitos y fracasos …es lo
que nos hace ser nosotros mismos. Y aceptando nuestras
limitaciones, siempre sostenidos de la mano de Dios y Su
infinita misericordia, convertimos nuestra familia en una totalmente perfecta.
Una donde cada miembro se sienta realizado y aceptado tal
cual es, donde los padres han dejado un legado de
ejemplo de vida a seguir que ellos abracen con orgullo.
Donde los hijos sepan que, al salir al mundo
a experimentar la propia vida, tienen un hogar donde regresar
a renovar las fuerzas, a buscar calor, a encontrar comprensión,
a sentirse amados. Donde sepan que, a pesar
de sus caídas, siempre se les recibirá con los brazos
abiertos y donde no hay más deseos que verles convertirse
en adultos realizados, felices, emocionalmente maduros.
Yo acepto las mil y
una bendiciones que recibo a diario, así como los
retos y pruebas que deba enfrentar…acepto mi imperfección y la
de mi familia y veo en esa imperfección un hermoso
regalo que nos da Dios mismo para caminar hacia El,
que es perfecto, y así tratar de ser cada día
mejores. Y en esa aceptación, empiezo a ver una familia
perfecta
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