|
La educación de los hábitos |
Condición previa si se quiere conseguir dejar un mal hábito
(fumar, mentir, etc.) es desearlo de; verdad. Lo mismo
podríamos decir si lo que queremos es adquirir un hábito
positivo (ser personas aseadas, ordenados, etc.). Desearlo firmemente no siempre
es suficiente si la persona no está acostumbrada a venderse
a sí misma.
De modo habitual las personas consideradas heroicas han
ido robusteciendo su carácter por medio de la repetición de
actos sencillos, pequeños, pero realizados de modo constante. El acto
heroico aislado, sin relación con la historia de la persona,
aunque no es imposible, sí resulta muy improbable; cada uno
actúa según los habites adquiridos.
Los hábitos positivos son aquellos que
acercan a la persona a su plenitud como ser humano
y por tanto, a su felicidad. Una persona sin hábitos
de comportamiento positivos queda a merced de las pasiones; cae
en la dinámica del mínimo esfuerzo y suele elegir de
modo habitud el placer sin una valoración sobre su bondad
o no.
En la práctica, la educación de una persona consiste
en ayudarle a que consiga hábitos de actuación que contribuyan
a su mejoría como persona. Estos hábitos solo se consiguen
con entrenamiento.
Quien más y quien menos se ha entrenado para
algo. Entrenarse supone esfuerzo, sacrificio y solo es capaz de
mantenerlo do modo continuado quien tiene motivos para hacerlo. Los
hábitos bien adquiridos armonizan la inteligencia, la voluntad y los
sentimientos de tal modo que hacen posible disfrutar de una
personalidad equilibrada. Cuando la razón y el corazón van en
la misma dirección, es más fácil lograr adquirir un hábito.
El problema se encuentra cuando las dos motivaciones no están
alineadas. En esos casos, la razón debe señalar la meta
y lograr que el corazón se entusiasme con conseguirla. Se
decide con la inteligencia y se pone el corazón para
actuar. Un motivo poderoso es motor fundamental para el esfuerzo
que se necesita.
En la Educación en valores, el educador
aspira a crear hábitos de comportamiento y no sólo a
sensibilizar a los educandos sobre determinados valores. La experiencia dice
que algunos se conforman con provocar esa admiración hacia lo
bueno: han perdido de vista el objetivo de que el
educando necesita construir su personalidad sobro su vida real.
Es distinto
admirar un valor que conseguir adquirirlo. Para valorarlo basta con
una motivación superficial. Para desearlo con tal fuerza que se
esté dispuesto a emplearse a fondo por lograrlo, hace falta
una motivación profunda y duradera.
Los hábitos se adquieren a fuerza
de tomar decisiones: cuanto más frecuentes y profundas sean, mejor.
Por tratarse de de comportamientos, son el resultado de características
innatas (aspectos genéticos difíciles de cambiar), conocimientos (se consiguen con
información), motivaciones (se logran con formación) y habilidades (se alcanzan
con entrenamiento) de la persona.
Así lo escribió José" Manuel Casado:
"Aristóteles decía: Somos lo que hacemos día a día, de
modo que la excelencia no es un acto sino un
hábito". Nuestro carácter está moldeado por los hábitos. Un proverbio
chino reza: Siembra un pensamiento, cosecha un hábito, siembra un
hábito, cosecha un carácter. Los hábitos son factores poderosos de
nuestra vida, pautas coherentes que reproducimos de manera inconsciente, cotidiana
y constantemente, y que expresan nuestro comportamiento y carácter.
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario