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Jenaro Obispo, Mártir |
Obispo Mártir
Septiembre 19
SAN JENARO y COMPAÑEROS(+ 305)
Los santos Jenaro, Festo, Desiderio, Sosso,
Eutiques y Acucio, de los que tenemos Passiones muy posteriores,
parece que derramaron su sangre por Cristo al comienzo del
siglo IV.-
En una breve nota hagiográfica de la Liturgia de
las Horas se lee, efectivamente, que Jenaro "fue obispo de
Benevento; durante la persecución de Diocleciano sufrió el martirio, juntamente
con otros cristianos, en la ciudad de Nápoles, en donde
se le tiene una especial veneración".-
Los obispos de Benevento con
este nombre son por lo menos dos: San Jenaro, mártir
en el 305, y San Jenaro 11, que en el
342 participó en el concilio de Sardes. Este último, perseguido
,por los arrianos por su adhesión a la fe de
Nicea, se lo habría venerado como mártir. Pero la mayoría
de los historiadores se inclinan a identificar al patrono de
Nápoles con el primero, o mejor con un mártir napolitano
de Pozzuoli.-
Condenado "ad bestias" en el anfiteatro de Pozzuoli, junto
con los compañeros de fe, a causa del atraso de
un juez, fue decapitado en vez de ser echado en
pasto a las fieras para la gratuita y macabra diversión
de los paganos.-
Más de un siglo después, en el 432,
con ocasión del traslado de las reliquias de Pozzuoli a
Nápoles, una mujer le habría entregado al obispo Juan dos
ampollas pequeñas con la sangre coagulada de San Jenaro. Casi
como garantía de la afirmación de la mujer la sangre
se volvió líquida ante los ojos del obispo y de
una gran muchedumbre de fieles.-
Ese acontecimiento extraordinario se repite constantemente
todos los años en determinados días, es decir, el sábado
anterior al primer domingo de mayo y en los ocho
días siguientes; el 16 de diciembre y el 19 de
septiembre y durante toda la octava de las celebraciones en
su honor.-
El fenómeno se realiza también en fechas variables, y
de ahí deducen los devotos del santo acontecimientos faustos o
infaustos. Los testimonios de este fenómeno comienzan desde 1329 y
son tan numerosos y concordantes que no se pueden tener
dudas.-
El prodigio, porque así lo considera hasta la ciencia, merece
la afectuosa admiración con que lo sigue el pueblo. La
sincera devoción de los napolitanos por este mártir, históricamente poco
identificable, ha hecho que la memoria de San Jenaro, celebrada
litúrgicamente desde 1586, se haya conservado en el nuevo calendario.-
Puesto
que el fenómeno no tiene ninguna explicación natural, pues no
depende ni de la temperatura ni del ambiente, podemos atribuirle
el significado simbólico de vivo testimonio de la sangre de
todos los mártires en la vida de la Iglesia, que
nació de la sangre de la primera víctima, Cristo crucificado.-
Entre
los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia, figuran
los siguientes:
1 -La substancia oscura que se dice ser la
sangre de San Genaro (la que, desde hace más de
300 años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente de cristal
que está sujeta y sellada por el armazón metálico del
relicario) no ocupa siempre el mismo volumen dentro del recipiente
que la contiene. Algunas veces, la masa dura y negra
ha llenado casi por completo el recipiente y, en otras
ocasiones, ha dejado vacío un espacio equivalente a más de
una tercera parte de su tamaño.-
2 -Al mismo tiempo que
se produce esta variación en el volumen, se registra una
variante en el peso que, en los últimos años, ha
sido verificada en una balanza rigurosamente precisa. Entre el peso
máximo y el mínimo se ha llegado a registrar una
diferencia de hasta 27 gramos.-
3 -El tiempo más o menos
rápido en que se produce la licuefacción, no parece estar
vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la
atmósfera tenía una temperatura media de más de 30º centígrados
y transcurrieron dos horas antes de que se observaran signos
de licuefacción. Por otra parte, en temperaturas de 5º a
8º centígrados más bajas, la completa licuefacción se produjo en
un lapso de 10 a 15 minutos.-
4 -No siempre tiene
lugar la licuefacción de la misma manera. Se han registrado
casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y
adquiere un color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su
color es opaco y su consistencia pastosa.-
Aunque no se ha
podido descubrir razón natural para el fenómeno, la Iglesia no
descarta que pueda haberlo. La Iglesia no se opone a
la investigación porque ella busca la verdad. La fe católica
enseña que Dios es todopoderoso y que todo cuanto existe
es fruto de su creación. Pero la Iglesia es cuidadosa
en determinar si un particular fenómeno es, en efecto, de
origen sobrenatural .-
La Iglesia pide prudencia para no asentir ni
rechazar prematuramente los fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia
para hacer investigación en la búsqueda de la verdad, cuenta
con el conocimiento de los expertos.-
Una vez que la investigación
establece la certeza de un milagro fuera de toda duda
posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a
la alabanza. En el caso de los santos, el milagro
también tienen por fin exaltar la gloria de Dios que
nos da pruebas de su elección y las maravillas que
El hace en los humildes.-
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San Jenaro
ORACIÓN
Señor, tú que nos has
congregado hoy para venerar la memoria del mártir San Jenaro,
concédenos que podamos ir a gozar en tu reino, juntamente
con él, de la alegría que no tiene fin. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-
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SAN JENARO, Obispo
y sus COMPAÑEROS, Mártires
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No sé de dónde sois, apartaos de Mí, todos vosotros
obradores de iniquidad. Allí será el llanto
y el rechinar de dientes.
(Lucas, 13, 27-28).
San Jenaro, noble napolitano, obispo de
Benevento, fue arrojado a una hoguera, pero las llamas no le hicieron
ningún mal. Se puso a cantar las
alabanzas de Dios, y los ángeles le respondieron en armonioso concierto.
Fue torturado y después expuesto, en vano, a los leones, y, por último,
condenado a muerte. Apenas el juez había pronunciado su sentencia
cuando
quedó ciego; pero San Jenaro le devolvió la vista y, por este milagro,
convirtió a cinco mil paganos. Irritado el tirano de ver que esta
multitud. renunciaba a los ídolos,
condenó a su benefactor a ser decapitado, hacia el año 305.
Festo, diácono, y Desiderio, lector, participaron de su martirio y de su gloria.
MEDITACIÓN
TRES CONSIDERACIONES
SOBRE EL INFIERNO
I. El fuego que tortura a los condenados es un fuego ardiente, pero sin luz; éstas son las tinieblas exteriores de
que habla el Evangelio. En estas tinieblas se encontrarán todos los
males imaginables, sin mezcla de bien alguno. Piensa en todos los
suplicios que han sufrido los mártires, en los dolores que causan las
enfermedades más crueles, y después de esto di: El
Infierno es todavía algo más espantoso que todos estos tormentos. Sería
preciso concebir la omnipotencia de Dios y la malicia del pecado, para
comprender la grandeza de los suplicios del infierno. El fuego del infierno es el tesoro de la
cólera de Dios. (Tertuliano)
II. Represéntate a los miserables a quienes en estas
llamas atormentan los demonios. Escucha sus quejas, sus lamentos, sus
horribles blasfemias. Piensa en el nauseabundo olor que respiran, en la
hiel en que se abrevan, en el fuego que penetra todos sus huesos. ¿Será
posible que uno se exponga a estos
sufrimientos por el placer de un momento?
III. La memoria de los condenados les representará los
miserables placeres que causaron su pérdida, y lo poco que les hubiera
bastado para salvarse. Su inteligencia concebirá entonces la grandeza
del bien que han perdido y del mal en el que se han precipitado. Su
voluntad quedará para siempre obstinada en el mal; querrán morir para no
sufrir más; ni
siquiera habrá muerte ya. Hagamos penitencia, ahora que todavía es el
tiempo de ello.
Tarde será arrepentirnos frente al fuego del infierno, que penetrará
hasta la médula de nuestros huesos, hasta nuestros pensamientos. (Eusebio).
El pensamiento del infierno - Orad
por las almas del Purgatorio.
ORACIÓN
Oh Dios, que cada año nos proporcionáis un
nuevo motivo de gozo con la solemnidad de vuestros santos mártires
Jenaro y sus compañeros, haced, en vuestra bondad, que regocijándonos
con sus méritos, sintamos inflamarse nuestra piedad ante el
espectáculo de sus virtudes. Por I. C. N. S. Amén
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