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Francesco Giovanni Bonifacio, Beato |
Presbítero y Mártir
El 4 de
octubre de 2008 fue inscrito en el libro de los
beatos este sacerdote asesinado en 1946 a los 34 años,
cuya causa de beatificación fue iniciada en 1957 por el
entonces arzobispo de Trieste, monseñor Antonio Santin.
De 1943 a 1945,
las tropas yugoslavas de Tito, en colaboración con los comunistas
italianos, realizaron una obra de verdadera limpieza étnica con acciones
de inaudita ferocidad. Miles de personas fueron ajusticiadas y arrojadas
a las llamadas "foibas", las cavidades cársticas con una profundidad
de hasta 200 metros. Los historiadores hablan de cuatro mil
personas, pero los supervivientes indican un número muy superior, hasta
veinte mil.
En aquella época, 350.000 italianos abandonaron Istria, Fiume y
Dalmacia. Familias enteras italianas fueron masacradas. Muchos eran atados con
alambres de espino a los cadáveres y arrojados vivos a
los precipicios. Fueron al menos 50 los sacerdotes asesinados por
las tropas comunistas de Tito. Sólo en la "foiba" de Basovizza,
a pocos kilómetros de Trieste, una de las pocas que
quedaron en territorio italiano, se han encontrado cuatrocientos metros cúbicos
de cadáveres.
Durante decenios, esta barbarie se mantuvo cubierta por el
silencio, mientras que en los años noventa aumentó la atención
sobre el tema hasta que el Parlamento italiano, con una
ley de 2004, instituyó el "Día del Recuerdo", para conservar
la memoria de la tragedia de las "foibe". En ese clima
de terror civil llevado adelante a menudo con el instrumento
de la persecución religiosa, el padre Bonifacio llevaba consuelo a
la gente de las colinas entre Buie y Grisignana, en
Croacia, y reunía a los jóvenes, dando vida a una
Acción Católica local. Nacido en Pirano, Istria, en 1912, de una
familia humilde y profundamente cristiana, y segundo de siete hijos,
Francesco recibió la ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de
1936, en la catedral de San Justo en Trieste.
Tras
un primer encargo en Cittanova, asumió la responsabilidad de la
parroquia de Villa Gardosi, que atendía a diversas aldeas esparcidas
por la zona de Buie, sin electricidad. Don Francesco se
hizo amar enseguida, promoviendo numerosas actividades, visitando a las familias,
a los enfermos, y donando lo poco que tenía a
los pobres.
Su empeño lo convirtió en un sacerdote demasiado incómodo
para la propaganda antirreligiosa de la Yugoslavia de entonces, pero
a pesar de las intimidaciones prosiguió hasta el final por
su camino.
La tarde del 11 de septiembre de 1946 don
Francesco estaba regresando a su casa desde Grisignana. Fue detenido
por dos hombres de la guardia popular. Quien los vio,
contó que desaparecieron en el bosque.
Su hermano, que lo buscó
inmediatamente, fue encarcelado con la acusación de contar falsedades. El
asunto no se conoció durante años, hasta que un director
teatral logró contactar a uno de los guardias populares que
habían detenido a don Bonifacio.
Éste contó que el sacerdote
fue metido en un coche, desnudado, golpeado con una piedra
en la cara y rematado con dos cuchilladas antes de
ser arrojado en una "foiba". Desde entonces sus restos no
han sido encontrados.
El hermano del beato, Giovanni Bonifacio,
afirmó en una entrevista a Radio Vaticano que el presbítero
“era un sacerdote que vivía el Evangelio con la gente”,
“siempre en movimiento: entre los enfermos, enseñando catecismo, siempre dando
vueltas por los pueblos”.
“Cuando se lo llevaron, la gente
lo supo en seguida, porque tocaron las campanas”, recordó. “Por
desgracia, nunca le soltaron. Después supe algo, también cómo le
mataron. Pero nunca sentí odio alguno hacia los que le
hicieron daño a mi hermano... ¡Aún ahora les perdonamos!”.
“Mi hermano
-añadió- fue el primero en perdonar, precisamente cuando lo mataban.
Él ya estaba preparado para el martirio”.
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