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Fidel Chojnacki, Beato |
Mártir Capuchino
Martirologio Romano: En el campo de concentración de Dachau,
cercano a Munich, de Baviera, en Alemania, beato Fidel Chojnacki,
religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, mártir,
el cual, expatriado de Polonia en tiempo de guerra, fue
internado en dicho campo por haber confesado a Cristo, siendo
martirizado con terribles tormentos, por lo que mereció la gloria
eterna (1942).
Etimológicamente: Nació en
Lodi el día de todos los Santos de 1906, siendo
el último de seis hermanos. En el bautismo, que recibió
tres días después, recibió el nombre de Jerónimo.
En familia recibió
una educación religiosa ejemplar, frecuentando la parroquia de la Santa
Cruz. Terminada la escuela superior, se inscribió en la academia
militar. Acabados los estudios, no logró encontrar trabajo. Gracias a
la ayuda de parientes, consiguió una ocupación durante un año
en Szczuczyn Nowogrodzki en el instituto de la Previsión Social
(ZUS) y sucesivamente en la Central de Correos de Varsovia.
Era un empleado muy apreciado a causa de su fidelidad.
Entretanto, junto con su tío, el padre Estanislao Sprusinski, colaboraba
en la gestión de la Acción Católica.
Participó en la campaña
contra el alcohol, siendo el mismo abstemio. En su actividad
dentro de la Acción Católica, sintió la necesidad de una
vida interior más profunda. Por esta razón entró en la
Tercera Orden de San Francisco, radicada en la iglesia de
los Capuchinos de Varsovia. Sus nobles dotes de carácter le
ganaron la confianza de la gente, logrando en ocasiones reconciliar
a personas enemistadas. En ese tiempo trabó amistad con el
hoy Beato padre Aniceto Koplinski, el famoso limosnero de Varsovia.
Las relaciones constantes con los capuchinos hicieron nacer en él
la vocación religiosa.
El 27 de agosto 1933, en Nowe Miasto,
recibió el hábito capuchino y el nombre religioso de Fidel.
No obstante sus 27 años y su experiencia de la
vida, denotaba grande franqueza y simplicidad, relacionándose amigablemente con todos.
En el período del noviciado se preocupó de conocer los
principios de la vida interior y se dedicó con empeño
al propio perfeccionamiento espiritual.
Emitió los votos temporales el 28 de
agosto de 1934 y partió para Zakroczym donde estudió la
filosofía. Aquí, con el consentimiento de los superiores, fundó un
Círculo de Colaboración Intelectual para los Clérigos. Continuó ocupándose del
problema de la abstinencia del alcohol y fundó un Círculo
de los Abstemios. Además cooperó con la Orden Tercera Franciscana.
Al
principio de 1937 superó con valoración óptima el examen final
de filosofía. El 28 de agosto de 1937 emitió los
votos perpetuos. Seguidamente comenzó el estudio de la teología en
el convento de Lublin. Meses después de estallar la II
Guerra mundial, escribía el 18 de diciembre de 1939 una
carta a su tío, el padre Estanislao Sprusinski, manifestando una
cierta desazón y abatimiento por el hecho de no poder
vivir y estudiar normalmente.
El 25 de enero de 1940, fue
arrestado y encarcelado en el Castillo de Lublin. Soportó con
serenidad e incluso con un cierto buen humor las duras
condiciones de la cárcel, con falta de movimiento, de espacio
y de aire.
A los 5 meses, el 18 de junio
de 1940, fue trasladado junto con todo el grupo al
campo de concentración de Sachsenhausen, cerca de Berlín. Se trataba
de un campo modelo, de verdadero cuño prusiano, sobre todo
con una disciplina y un orden que acababan en el
aniquilamiento del individuo. Aquí el Siervo de Dios perdió su
optimismo. El trato inhumano de los prisioneros le afectaba, induciéndolo
al pesimismo.
El 14 de diciembre de 1940, con un convoy
de sacerdotes y religiosos, fue trasladado al campo de concentración
de Dachau, cerca de Munich, donde su estado de ánimo
siguió empeorando. Se le imprimió en un brazo el número
de matrícula 22.473. Las noticias de las continuas victorias del
frente militar alemán no dejaban entrever a los prisioneros esperanzas
de salir del campo. El hambre, el trabajo y las
persecuciones eran cada vez más insoportables. La capacidad de superarse
le abandonaba junto con la energía vital. Un trabajo muy
superior a sus fuerzas, el hambre, la penuria del vestido
le procuraron a fray Fidel una grave enfermedad pulmonar. Una
mañana de invierno de 1942, mientras transportaba junto con un
compañero una pesadísima olla de café de la cocina, resbaló
de modo que el café hirviendo le salpicó causándole quemaduras
graves. El castigo duro que le impuso el jefe del
bloque debilitó más todavía su estado psicológico. El padre Cayetano
Ambrozkiewicz, el compañero de desventura que logró sobrevivir, narra así
el adiós del Siervo de Dios: "No olvidaré nunca aquella
tarde de domingo del verano de 1942, cuando fray Fidel
dejó nuestra barraca nº 28 para irse al bloque de
los inválidos. Se hallaba tan quieto y absorto, en sus
ojos había reflejos de serenidad, pero ya no eran reflejos
de este mundo. Nos besó a todos, despidiéndose con palabras
de San Francisco y diciendo: Alabado sea Jesucristo; hasta la
vista en el cielo".
Algún tiempo después, el 9 de julio
de 1942, se extinguió en la enfermería del campo. Su
cuerpo fue quemado en un horno crematorio.
Beatificado por Juan Pablo
II en Varsovia (Polonia), el 13 de junio de 1999
con otros href="http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=33372" target="_blank">107 mártires polacos.
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