lunes, 19 de marzo de 2012

San José nos muestra el camino a seguir


Mateo 1, 16. 18-21. 24. Solemnidad de san José. Del ejemplo de San José llega a todos nosotros una invitación a desarrollar con fidelidad, sencillez nuestra misión.
San José nos muestra el camino a seguir
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, como era justo, no queriendo ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado.

Oración introductoria

Vengo ante Ti, Señor, para aprender lo que me quieres decir a través del Evangelio. Gracias por este día, por el don de la vida, de tu amor, de tu misericordia…

Petición

Señor, que a ejemplo de san José, sepa descubrir cuál es el camino para cumplir lo que me pides y ser feliz.

Meditación del Papa

Del ejemplo de San José llega a todos nosotros una fuerte invitación a desarrollar con fidelidad, sencillez y modestia la tarea que la Providencia nos ha asignado. Pienso ante todo en los padres y madres de familia, y ruego para que sepan siempre apreciar la belleza de una vida sencilla y laboriosa, cultivando con atención la relación conyugal y cumpliendo con entusiasmo la grande y no fácil misión educadora. A los sacerdotes, que ejercen la paternidad respecto a las comunidades eclesiales, les obtenga San José amar a la Iglesia con afecto y plena dedicación, y sostenga a las personas consagradas en su gozosa y fiel observancia de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Que proteja a los trabajadores de todo el mundo para que contribuyan con sus distintas profesiones al progreso de toda la humanidad, y que ayude a todo cristiano a realizar con confianza y amor la voluntad de Dios, cooperando así al cumplimiento de la obra de la salvación. (Benedicto XVI, 19 de marzo de 2006).

Reflexión

La vida de san José cambió tras escuchar el mensaje del ángel. ¿En qué actitud escuchó ese mensaje? En el silencio. José dormía: sus sentidos exteriores estaban descansando, pero a la vez estaba en disposición de oír al ángel. ¡Qué lección para la humanidad, que vive envuelta en el ruido y ajetreo de todos los días!

Si queremos ser santos, vivir en paz, felices, debemos imitar a José, reservando en nuestro día momentos de silencio, para escuchar y dialogar con el Señor. Un silencio exterior, sí, pero también un silencio interior, haciendo a un lado los pendientes, preocupaciones y compromisos, para dialogar con el Señor. ¿Decimos que Dios no nos habla? ¿Nos quejamos de que no sentimos su ayuda?... ¡¿No será que no hemos vivido ese silencio necesario para hablar con Dios?!

Este pasaje es uno de los pocos que nos habla de san José. Su vida, como la de tantos cristianos, se llevará a cabo en medio de la sencillez, del trabajo diario, de las relaciones familiares… Una vida humilde, lejos de los faros de luz… De esta forma, con esta Solemnidad, la Iglesia quiere recordarnos que todos estamos llamados a la santidad, en medio de la vida ordinaria. La santidad no es sólo para los sacerdotes, religiosos, consagrados… ¡la santidad es para todos!

Propósito

Ofreceré un sacrificio por mi familia, para que todos sepamos estar atentos a la voz de Dios que nos habla en medio del silencio.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por dar a tu Iglesia la figura de San José, el santo de la vida ordinaria. Gracias porque me enseñas que la fe, la obediencia, el silencio y el trabajo, no son virtudes difíciles de conseguir, o sólo destinadas a los sacerdotes, sino que son virtudes que todos podemos alcanzar, con tu gracia y con nuestro esfuerzo. Ayúdame a que, en medio de las actividades del día, pueda encontrar un momento para unirme a ti y escuchar cuál es tu voluntad.


El justo, de hecho, es una persona que reza, vive de fe, y trata de hacer el bien en toda circunstancia concreta de su vida.
(Beato Juan Pablo II)

lunes 19 Marzo 2012
Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María, patrón de la Iglesia universal

San José Esposo



Leer el comentario del Evangelio por
San Claudio Colombière : «No temas acoge en tu casa a María, tu mujer"

Lecturas

Samuel 2 7,4-5a.12-14a.16.


Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos:
"Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite?
Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza.
El edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real.
Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres.
Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre".


Salmo 89(88),2-3.4-5.27.29.


Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho: "Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:

"Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones".
El me dirá: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora".
Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él;



San Pablo a los Romanos 4,13.16-18.22.


En efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe.
Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común,
como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Abraham es nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen.
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia.
Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación.


Mateo 1,16.18-21.24a.


Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa,


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Claudio Colombière (1641-1682), jesuita
Panegírico 1º de San José

«No temas acoge en tu casa a María, tu mujer"

No sabemos muchas cosas sobre la vida de San José. El Evangelio
sólo reproduce tres o cuatro de sus acciones; y un antiguo autor observó
que faltaba una de sus palabras. Posiblemente... el Espíritu Santo lo quiso
así para destacar el silencio y la humildad de san José, su amor por la
soledad y la vida escondida. Sea lo que sea, tuvimos con esto una gran
pérdida. Si el Señor hubiera permitido que se supiera detalladamente la
vida de este gran santo, habríamos encontrado, sin duda, bellos ejemplos,
bellas reglas, sobre todo para los que viven en el estado del matrimonio...
Toda la vida de San José puede dividirse en dos partes: la primera
es la que precedió a su matrimonio; la segunda es todo lo que lo siguió. No
sabemos nada en absoluto de la primera y sabemos muy pocas cosas de la
segunda. Pretendo sin embargo resaltar que ambas fueron muy santas: la
primera ya que fue coronada con un matrimonio muy ventajoso; la segunda fue
todavía más santa ya que pasó totalmente en este matrimonio... ¡Qué
provecho debió sacar San José de los años de conversación contínua que tuvo
con la Virgen Santísima!... No dudo de ninguna manera de que el mismo
silencio de María fuera extremadamente edificante y que fuera suficiente
mirarla para sentirse llevado a amar Dios y a despreciar el resto. ¡Pero
cómo debían ser las conversaciones de un alma donde habita el Espíritu
Santo, en la cual Dios derramó la plenitud de la gracia y que tenía más
amor que todos los serafines juntos! ¡Qué fuego no saldría de su
boca, cuando la abría para expresar los sentimientos de su corazón! ¡Qué
frialdades, qué hielos no habrá disipado este fuego! ¡Pero qué efecto
produciría en José qué tenía ya tanta disposición a ser inflamado!... Este
gran fuego, capaz de abrasar toda la tierra, sólo tuvo el corazón de José
para calentar y consumir durante un gran número de años... ¡Si Ella creyó
que el corazón de San José era una parte del suyo, qué cuidado tendría en
inflamarlo del amor de Dios!


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