martes, 6 de marzo de 2012

La Vulgata

Vulgata, realizada por San Jerónimo de Estridón por encargo de San Dámaso I.

La Vulgata es una traducción de la Biblia al latín, realizada a finales del siglo IV (en el 382 d.C.) por Jerónimo de Estridón. Fue encargada por el papa Dámaso I dos años antes de su muerte (366-384). La versión toma su nombre de la frase vulgata editio (edición para el pueblo) y se escribió en un latín corriente en contraposición con el latín clásico de Cicerón, que Jerónimo de Estridón dominaba. El objetivo de la Vulgata era ser más fácil de entender y más exacta que sus predecesoras.

La Biblia latina utilizada antes de la Vulgata, la Vetus Latina, no fue traducida por una única persona o institución y ni siquiera se editó de forma uniforme. La calidad y el estilo de los libros individuales variaba. Las traducciones del Antiguo Testamento provenían casi todas de la Septuaginta griega.

Conservación

Un número de manuscritos tempranos que atestiguan la Vulgata sobreviven hoy. Fechado en el siglo VIII, el códice Amiatinus es el manuscrito completo más antiguo. El códice Fuldensis, que data aproximadamente del 545, es anterior aunque los evangelios son una versión corregida del Diatessaron.

En la Edad Media la Vulgata sucumbió a los cambios inevitables forjados por el error humano, en el copiado incontable del texto en los monasterios a través de Europa. Desde sus días más tempranos, las lecturas del Vetus Latina fueron introducidas. Las notas marginales fueron interpoladas erróneamente en el texto. Ninguna copia era igual a la otra. Cerca del año 550, Casiodoro hizo la primera tentativa de restauración de la Vulgata a su pureza original. Alcuino de York supervisó esfuerzos para copiar una Vulgata restaurada, que él presentó a Carlomagno en 801. Tentativas similares fueron repetidas por Teodulfo Obispo de Orleans (787? - 821); Lanfranc, Arzobispo de Canterbury (1070-1089); Esteban Harding, el abad de Cîteaux (1109-1134); y del diácono Nicolás Maniacoria (sobre el principio del siglo XIII).

Aunque el advenimiento de la imprenta redujo mucho el potencial del error humano y aumentó la consistencia y la uniformidad del texto, las ediciones más tempranas de la Vulgata reprodujeron simplemente los manuscritos que estaban disponibles fácilmente para los editores. De los centenares de ediciones, la más notable es la de Mazarin, publicada por Johann Gutenberg en 1455, famosa por su belleza y antigüedad. En 1504 la primera Vulgata con variantes de lectura fue publicada en París. Uno de los textos de la Biblia Políglota Complutense fue una edición de la Vulgata, hecha con los manuscritos antiguos y corregida para convenir con el griego. Erasmo publicó una edición corregida y cotejada con el griego y el hebreo en 1516. En 1528, Robertus Stephanus. La edición crítica de Juan Hentenius de Lovaina siguió en 1547.

Vulgata de Stuttgart

Una mención final se debe hacer a la edición de la Vulgata publicada por la Sociedad Bíblica Alemana (Deutsche Bibelgesellschaft), en Stuttgart (ISBN 3-438-05303-9). Intenta reconstruir el texto original que publicó Jerónimo hace 1.600 años mediante la comparación crítica de los manuscritos importantes. Una característica importante en la edición de Stuttgart para los estudiosos de la Vulgata es la inclusión de todos los prólogos de Jerónimo a diferentes libros. Contiene en el apéndice de apócrifos, el salmo 151, la epístola a los Laodicenses, además de los libros 3 y 4 de Esdras y la Oración de Manasés. Además, sus prefacios contemporáneos son una fuente de la información valiosa sobre la historia de la Vulgata.

La Vulgata Latina de San Jerónimo fue escrita entre el año 382 al 404 d.C.

La mayor parte de los cristianos usaban la LXX (Septuaginta) como base para el Antiguo Testamento; hasta aproximadamente el siglo cuarto. Por supuesto, también había una considerable cantidad de literatura que se consideraba escritura inspirada y los primeros concilios de la Iglesia se ocuparon en gran parte de este asunto. La idea era saber a fondo lo que verdaderamente constituían las escrituras.

La Vulgata latina se convirtió en la traducción oficial de la iglesia católica gracias al arduo trabajo de San Jerónimo. Al principio san Jerónimo no quería incluir los libros Deuterocanonicos en su famosa traducción, este hombre tenía conocimiento del canon hebreo que se había desarrollado y sabía que esos libros no tenían las palabras, inspiración; y no eran aceptación por la iglesia y por los judíos. Además no eran aceptados como divinos y no estaban incluidos en el canon hebreo.

Fue por orden de san Agustín contemporáneo de san Jerónimo que quiso incluirlos en la nueva traducción de la Vulgata, después de conferenciar con el papa Dámaso y sabiendo que la gran parte de la gente estaba a favor de Agustín, Jerónimo decidió incluir los libros Deuterocanonicos en esta traducción. Es importante saber que san Jerónimo no era bien aceptado en la antigua capital de Roma lo que también influyó que estos libros ya mencionados fueran agregados en esta versión.

La Vulgata se convirtió en la obra oficial de la iglesia católica por muchos siglos, aun hoy se utiliza, pero ya no con la misma fuerza e importancia, ya que han surgido nuevas versiones católicas que abandonaron la tradición de usar como base de traducción la Vulgata. Ahora existen muy buenas obras católicas como la Biblia de Jerusalén, la Biblia Nácar-Colunga por mencionar algunas.

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  • 405 ~ Jerónimo Termina su
    Traducción de la Biblia -
    “La Vulgata”

    Jerónimo (345-420) llegó a ser secretario del obispo Dámaso en Roma en 382. Dámaso era español y, según la tradición car, “el Papa Dámaso”. A petición de éste Jerónimo comenzó una revisión de las traducciones existentes de la Biblia en latín. La obra más importante de traducción bíblica, sin embargo, la llevó a cabo en Belén entre los años 384 y 405.

    Aunque ahora estemos hablando de “La Vulgata”, es bueno puntualizar que por once siglos y medio no tendría todavía ese nombre, ya que no era hasta el año 1546 que la Iglesia CAR en el Concilio de Trento se referiría a la versión de Jerónimo como “vetus et vulgata editio”, es decir: la vieja y extendida edición, declarándola, en contraste con otras versiones latinas, la única auténtica. Recién desde entonces se le conocería como “La Vulgata”.

    Es una obra monumental, una versión que predominaría, universalmente, por 1100 años. En la Iglesia CAR, incluso, por 1500 años. Pero esto no quiere decir que fuera leída extensamente. Un alto porcentaje de la gente era analfabeta, y aunque hubiera podido leer, las biblias mismas escaseaban, ya que, forzosamente, tenían que ser copiadas a mano. Además, el número de personas familiarizadas con el latín, idioma oficial del Imperio Romano, y de allí de la Iglesia CAR, era cada vez menos. El latín estaba reservado para el clero y hombres de estudio. Para colmo, el clero veía con malos ojos que el ‘vulgo’ leyera la Biblia.

    Así la utilidad de la Vulgata desaparecía más con cada generación que pasaba. Hasta el sentido de su mismo nombre desaparecía. ¡Cuán apremiante, pues, se hacía sentir la necesidad de nuevos “Jerónimos”, traductores fieles que supieran verter la preciosa Palabra de Dios en las lenguas ‘vulgares’! Pero recién en el siglo XIV aparecerían algunos.

    A la manera de 1 Samuel 3, la Palabra de Dios escaseaba entre los que se llamaban con el nombre de Dios. También, de modo igual, dicha escasez daba lugar a terribles abusos jerárquicos. Eran siglos en que (casi lógicamente) tenían que aparecer creencias populares supersticiosas, a veces fomentadas por el mismo clero, las cuales más tarde serían elevadas al “status” de doctrina o dogma de la Iglesia CAR. El ejemplo clásico es la creencia en un “purgatorio”. El negocio resultante de las “indulgencias” sería, finalmente, el punto de arranque para la Reforma.

    Volviendo a la traducción de Jerónimo, desgraciadamente, algunos errores suyos dieron pie a Roma, y después a otros, para enseñanzas y prácticas extrabíblicas. He aquí dos ejemplos: debiendo traducir “ancianos”, Jerónimo a veces traduce “sacerdotes” (Hechos 14:23 y otros), naturalmente facilitando la justificación car del “sacerdotalismo”. En Efesios 5, al decir Pablo del matrimonio que “grande es este misterio”, Jerónimo traduce: “grande es este sacramento”.

    También es trágico que en la Vulgata queden incluidos en el Antiguo Testamento los “Libros Apócrifos” (Tobit, Judit, Macabeos, etc.). Los judíos, por equivocación, los habían incluido en su “Septuaginta”, la famosa traducción del hebreo al griego, que ellos habían hecho de su Biblia (el Antiguo Testamento). Jerónimo los había traducido al latín, pero no para incluirlos en su versión de la Biblia, la Vulgata. De esto se encargarían otros una vez que él había muerto

    Enlaces externos

    Nova Vulgata - Bibliorum Sacrorum Editio

    Documento vulgata en latín.pdf

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