domingo, 11 de marzo de 2012

El pasaporte espiritual

Cuando vamos a marcharnos de viaje al extranjero, nos preocupamos de comprobar cuidadosamente todas las normas que el paĆ­s de destino tiene en relaciĆ³n al pasaporte. En ocasiones, no es suficiente tener el pasaporte vigente, ya que ciertos paĆ­ses no admiten pasaportes que vayan a caducar en los seis meses siguientes a la finalizaciĆ³n del viaje.

Sin embargo, nunca nos preocupamos lo suficiente del pasaporte mƔs importante, que es el alma, pasaporte espiritual que nos permite entrar en el Cielo despuƩs de nuestra vida terrenal.

La gracia santificante es un don permanente y sobrenatural, es decir, superior a las posibilidades de la naturaleza, que eleva y perfecciona nuestra alma haciendo que seamos hijos de Dios y herederos del cielo. Mientras estemos "en gracia de Dios", es decir, mientras tengamos nuestro pasaporte espiritual vigente, significa que poseemos la gracia santificante, es decir, tenemos el alma libre del pecado mortal. Un pecado mortal es elegir deliberadamente, es decir, sabiĆ©ndolo y queriĆ©ndolo, una cosa gravemente contraria a la ley de Dios. La consecuencia inmediata es la pĆ©rdida de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si una persona muriese en estas condiciones, irĆ­a a parar al infierno. En el momento en que lo cometemos, serĆ­a equivalente a caducar voluntariamente nuestro pasaporte espiritual. Para recuperar el estado de gracia, deberĆ­amos arrepentirnos y acudir a un sacerdote para obtener el perdĆ³n. Esto equivaldrĆ­a a que el sacerdote nos expediera de nuevo el pasaporte espiritual.

Aunque hayamos realizado muchas acciones buenas durante nuestra vida, si tenemos un pecado mortal y no lo hemos confesado, dichas acciones no tienen valor ante Dios. Es decir, aunque hayamos hecho muchos viajes en nuestra vida terrenal, si tenemos el pasaporte caducado, no nos dejarƔn viajar al paƭs que queremos visitar. DespuƩs de confesarnos de los pecados mortales con un sacerdote, todas nuestras buenas acciones vuelven a cobrar el valor original que tenƭan ante Dios. Esto equivale a que el sacerdote nos facilita un nuevo pasaporte espiritual en regla y Dios nos devuelve los mƩritos adquiridos que tenƭamos antes de pecar mortalmente. AdemƔs, no lleva fecha de caducidad.

El pecado venial es una ofensa que no rompe la relaciĆ³n con Dios, pero sĆ­ la debilita. La persona que no luche interiormente contra estos pecados se hace mĆ”s vulnerable al pecado mortal. Constituye un tropiezo en el camino para seguir a Jesucristo. EquivaldrĆ­a a ir manchando el pasaporte, aunque estĆ© vigente. Es conveniente arrepentirse y acudir al sacramento de la confesiĆ³n regularmente para librarnos de estos pecados. EquivaldrĆ­a a que un sacerdote nos limpiase el pasaporte espiritual con regularidad, para poderlo presentar ante Dios en las mejores condiciones.

No sabemos cuƔndo finalizarƔ nuestra vida terrenal. Por ello, pidamos a la Virgen Marƭa y a Jesucristo que nos ayude a preocuparnos de llevar siempre nuestro pasaporte espiritual en regla, que nos acredita como herederos de la vida eterna. De esta forma, llegado el momento, podremos solicitar el canje por el pasaporte de la vida eterna, que nos proporcionarƔ Dios Padre como ciudadanos del Reino de los Cielos.

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