lunes, 5 de marzo de 2012

Cuando la tragedia nos visita


La psicóloga que lo visitó reconoció que su estado emocional era crítico: parecía encontrarse en una situación insuperable
Cuando la tragedia nos visita
Cuando la tragedia nos visita
Nunca nos lo hubiéramos podido imaginar. Siempre hacíamos lo mismo. Era prácticamente un ritual. La salida en bicicleta los domingos, con los compañeros, siempre tiene un carácter festivo... deporte, paisaje, naturaleza, parada en un lugar previamente escogido, para hacer un buen almuerzo, y allí, buen humor, jolgorio, comentarios sobre las vicisitudes del recorrido, después el trayecto de vuelta, no siempre se hace por el mismo camino que el de ida. Cada uno escoge el camino que más le conviene para regresar.

Aquel día, la salida tenía como punto más alto el Coll Formich del Montseny. Unos, para volver escogen la ruta de Seva. Otros escogemos la ruta de Palautordera. Al llegar a la rotonda de Cardedeu, el grupo hace una parada para esperar a los rezagados. Al llegar a Martorelles, un coche que venía en dirección contraria, da inesperadamente un topetazo contra la valla protectora, y sale rebotado contra el grupo de ciclistas, con un trágico resultado. Un muerto, seis heridos de consideración y heridos leves. La imagen del accidente difícilmente se puede olvidar. El coche, tumbado. Debajo del coche, Juan y su bicicleta. El rato de espera de los bomberos y de las ambulancias fue dramático. Finalmente llegaron, y un helicóptero se llevó a Juan que llego muerto al hospital. Desolación, llanto, desesperación. Nos parecía estar viviendo una pesadilla. Estábamos en un estado de shock. La situación de Javi, el hermano de Juan, presenciando la retirada de su hermano, nos hizo temer lo peor. Toda la fortaleza física que tenía montado en la bicicleta, era en cambio muy vulnerable emocionalmente. No había superado aun la reciente muerte de su madre, para tenerse que enfrentar a la desaparición de su hermano, con quien vivía. Acompañando en los primeros momentos en el hospital a Javi, me confesaba que deseaba morirse, que la vida para él, ya no tenia sentido. Me decía, que cuando le dieran el alta, no se veía con fuerzas para afrontar la soledad de su casa, y encontrarse allí con la moto de su hermano, con su ordenador, con su habitación vacía... entonces empezó a preguntarse porqués. Por qué escogió aquella ruta y no la otra, por qué nos paramos en las rotonda... ¿por qué? ¿por qué? Decía: si hubiéramos tomado otras decisiones, no hubiera pasado nada. Estaba desesperado.

La psicóloga que lo visitó reconoció que su estado emocional era crítico. Parecía encontrarse en una situación insuperable. Ella nos recomendó unas pautas a seguir, que sin ser ninguna garantía de éxito, podían ser un camino para salir del túnel en el que se encontraba Javi. No era ninguna novedad. Se trataba de estar al lado del que sufre, compartiendo sus dolores, comprendiendo sus angustias y su desolación. Era vital hacerle comprender la importancia de vivir el momento presente, y no recrearse en la tragedia y la melancolía. Unos textos de Viktor Emil Frankl, que hablan de la relación entre la fortaleza y la adversidad, nos servían para marcar pequeños objetivos, pequeños retos, que si llegaban a superarse, indicarían una evolución positiva de la situación. No fue fácil ni rápido. Pero una cosa sí le quedó clara, y era en qué cosas no conviene gastar energías, y en qué cosas conviene gastarlas. No gastar energías en hechos consumados, que son irreversibles, y en cambio, poner todo el esfuerzo en hacer del momento presente, una ocasión para establecer relaciones de calidad, para perder miedos, para asumir nuevas responsabilidades. Y así, lentamente, después de muchas horas de charla, Javi tuvo el primer examen.

Recibió el alta hospitalaria y tuvo que afrontar la temida soledad de su casa. Recuerdo sus palabras: "Ha sido duro, pero me he sentido fuerte". El primer día que volvimos a vernos, después de darnos un largo abrazo, me enseña un papel con tres nombres de amigos de la agrupación. Javi me dijo: "Están en una situación muy difícil, y tengo ganas de ayudarles". Al oír estas palabras, di gracias a Dios, porque vi que la cosa iba por buen camino.

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