viernes, 30 de septiembre de 2011

Oficio de difuntos



(se hace la señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)

V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

en el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de los que viven.

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de los que viven.


Himno


Salmo 39,2-14.17-18 - I: Acción de gracias y petición de auxilio

Ant: De tierra me formaste y me revestiste de carne; Señor, Redentor mío, resucítame en el último día.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo (Hb 10,5)

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito:

me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;

me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.

Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy
-como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»

Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.


Salmo 39,2-14.17-18 - II

Ant: Señor, dígnate librarme, date prisa en socorrerme.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.

Tú, Señor, no me cierres tus entrañas,
que tu misericordia y tu lealtad
me guarden siempre,
porque me cercan desgracias sin cuento.

Se me echan encima mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los pelos de mi cabeza,
y me falta el valor.

Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»
los que desean tu salvación.

Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Señor, dígnate librarme, date prisa en socorrerme.


Salmo 41: Deseo del Señor y ansias de contemplar el templo

Ant: Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro del Señor?

El que tenga sed, y quiera, que venga a beber el agua viva (Ap 22,17)

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?

Las lágrimas son mi pan
noche y día.
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»

Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»

Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.

Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.

De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.

Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»

Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro del Señor?


R/. Con tu palabra dame vida.

Lectura 1

1Co 15,12-34

La resurrección de Cristo, esperanza de los creyentes

Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo.

Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo, cosa que no ha hecho, si es verdad que los muertos no resucitan. Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies. Pero, al decir que lo ha sometido todo, es evidente que excluye al que le ha sometido todo. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

De no ser así, ¿qué van a sacar los que se bautizan por los muertos? Si decididamente los muertos no resucitan, ¿a qué viene bautizarse por ellos? ¿A qué viene que nosotros estemos en peligro a todas horas? No hay día que no esté yo al borde de la muerte, tan verdad como el orgullo que siento por vosotros, hermanos, en Cristo Jesús, Señor nuestro. Si hubiera tenido que luchar con fieras en Éfeso por motivos humanos, ¿de qué me habría servido? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.

Dejad de engañaros: malas compañías estragan buenas costumbres. Sacudíos la modorra, como es razón, y dejad de pecar. Ignorancia de Dios es lo que algunos tienen; os lo digo para vuestra vergüenza.

R/. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte.
V/. Entonces la muerte y el abismo entregarán sus muertos, y la muerte y el abismo serán arrojados al lago de fuego.
R/. El último enemigo aniquilado será la muerte.

V/. Grande es tu ternura, Señor.
R/. Con tu palabra dame vida.

Lectura 2

1Co 15,35-57

La resurrección de los muertos y la venida del Señor

Hermanos: Alguno preguntará: «¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?» ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Es Dios quien le da la forma que a él le pareció, a cada semilla la suya propia. Todas las carnes no son lo mismo; una cosa es la carne del hombre, otra la del ganado, otra la carne de las aves y otra la de los peces. Hay también cuerpos celestes y cuerpos terrestres, y una cosa es el resplandor de los celestes y otra el de los terrestres. Hay diferencia entre el resplandor del sol, el de la luna y el de las estrellas; y tampoco las estrellas brillan todas lo mismo.

Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, fue un ser animado.» El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después.

El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales.

Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Quiero decir, hermanos, que esta carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni lo ya corrompido, heredar la incorrupción.

Os voy a declarar un misterio: No todos moriremos, pero todos nos veremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta; porque resonará, y los muertos despertarán incorruptibles, y nosotros nos veremos transformados. Porque esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.

Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?» El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!

R/. Yo sé que está vivo mi Redentor, y que al final yo resucitaré de la tierra. Y en mi carne veré a Dios, mi salvador.
V/. Yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán.
R/. Y en mi carne veré a Dios, mi salvador.

V/. Grande es tu ternura, Señor.
R/. Con tu palabra dame vida.

Lectura 3

2Co 4,16-5,10

Al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo

Hermanos: Aunque nuestro hombre exterior se vaya deshaciendo, nuestro interior se renueva día a día. Y una tribulación pasajera y liviana produce un inmenso e incalculable tesoro de gloria. No nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno.

Es cosa que ya sabemos: Si se destruye este nuestro tabernáculo terreno, tenemos un sólido edificio construido por Dios, una casa que no ha sido levantada por mano de hombre y que tiene una duración eterna en los cielos; y, de hecho, por eso suspiramos, por el anhelo de vestirnos encima la morada que viene del cielo, suponiendo que nos encuentre aún vestidos, no desnudos. Los que vivimos en tiendas suspiramos bajo ese peso, porque no querríamos desnudarnos del cuerpo, sino ponernos encima el otro, y que lo mortal quedara absorbido por la vida. Dios mismo nos creó para eso y como garantía nos dio el Espíritu.

En consecuencia, siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos este cuerpo.

R/. Señor, no me juzgues según mis actos: nada digno de mérito he hecho en tu presencia; por esto ruego a tu majestad: borra mi culpa, Dios mío.
V/. Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
R/. Borra mi culpa, Dios mío.

Lectura 1

Cristo transformará nuestro cuerpo humilde

San Anastasio de Antioquía, obispo

(Sermón 5, sobre la resurrección de Cristo, 6-7.9 : PG 89, 1358-1359.1361-1362)

Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Pero, no obstante, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Los muertos, por tanto, que tienen como Señor al que volvió a la vida, ya no están muertos, sino que viven, y la vida los penetra hasta tal punto que viven sin temer ya a la muerte.

Como Cristo que, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, así ellos también, liberados de la corrupción, no conocerán ya la muerte y participarán de la resurrección de Cristo, como Cristo participo de nuestra muerte.

Cristo, en efecto, no descendió a la tierra sino para destrozar las puertas de bronce y quebrar los cerrojos de hierro, que, desde antiguo, aprisionaban al hombre, y para librar nuestras vidas de la corrupción y atraernos hacia él, trasladándonos de la esclavitud a la libertad.

Si este plan de salvación no lo contemplamos aún total mente realizado -pues los hombres continúan muriendo, y sus cuerpos continúan corrompiéndose en los sepulcros-, que nadie vea en ello un obstáculo para la fe. Que piense más bien cómo hemos recibido ya las primicias de los bienes que hemos mencionado y cómo poseemos ya la prenda de nuestra ascensión a lo más alto de los cielos, pues estamos ya sentados en el trono de Dios, junto con aquel que, como afirma san Pablo, nos ha llevado consigo a las alturas; escuchad, si no, lo que dice el Apóstol: Nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.

Llegaremos a la consumación cuando llegue el tiempo prefijado por el Padre, cuando, dejando de ser niños, alcancemos la medida del hombre perfecto. Así le agradó al Padre de los siglos, que lo determinó de esta forma para que no volviéramos a recaer en la insensatez infantil, y no se perdieran de nuevo sus dones.

Siendo así que el cuerpo del Señor resucitó de una manera espiritual, ¿será necesario insistir en que, como afirma san Pablo de los otros cuerpos, se siembra un cuerpo animal, pero resucita un cuerpo espiritual, es decir, transfigurado como el de Jesucristo, que nos ha precedido con su gloriosa transfiguración?

El Apóstol, en efecto, bien enterado de esta materia nos enseña cuál sea el futuro de toda la humanidad, gracias a Cristo, el cual transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso.

Si, pues, esta transfiguración consiste en que el cuerpo se torna espiritual, y este cuerpo es semejante al cuerpo glorioso de Cristo, que resucitó con un cuerpo espiritual, todo ello no significa sino que el cuerpo, que fue sembrado en condición humilde, será transformado en cuerpo glorioso.

Por esta razón, cuando Cristo elevó hasta el Padre las primicias de nuestra naturaleza, elevó ya a las alturas a todo el universo, como él mismo lo había prometido al decir: Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.

R/. Los que están en el sepulcro oirán la voz del Hijo de Dios: Los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
V/. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta, los muertos despertarán.
R/. Los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

Lectura 2

Cristo resucitado, esperanza de todos los creyentes

San Braulio de Zaragoza, obispo

(Carta 19: PL 80, 665-666)

Cristo, esperanza de todos los creyentes, llama durmientes, no muertos, a los que salen de este mundo, ya que dice: Lázaro, nuestro amigo, está dormido. Y el apóstol san Pablo quiere que no nos entristezcamos por la suerte de los difuntos, pues nuestra fe nos enseña que todos los que creen en Cristo, según se afirma en el Evangelio, no morirán para siempre: por la fe, en efecto, sabemos que ni Cristo murió para siempre ni nosotros tampoco moriremos para siempre.

Pues él mismo, el Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán.

Así, pues, debe sostenernos esta esperanza de la resurrección, pues los que hemos perdido en este mundo, los volveremos a encontrar en el otro; es suficiente que creamos en Cristo de verdad, es decir, obedeciendo sus mandatos, ya que es más fácil para él resucitar a los muertos que para nosotros despertar a los que duermen. Mas he aquí que,. por una parte, afirmamos esta creencia y, por otra, no sé por qué profundo sentimiento, nos refugiamos en las lágrimas, y el deseo de nuestra sensibilidad hace vacilar la fe de nuestro espíritu. ¡Oh miserable condición humana y vanidad de toda nuestra vida sin Cristo!

¡Oh muerte, que separas a los que estaban unidos y, cruel e insensible, desunes a los que unía la amistad! Tu poder ha sido ya quebrantado. Ya ha sido roto tu cruel yugo por aquel que te amenazaba por boca del profeta Oseas: ¡Oh muerte, yo seré tu muerte! Por esto podemos apostrofarte con las palabras del Apóstol: ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?

El mismo que te ha vencido a ti nos ha redimido a nosotros, entregando su vida en poder de los impíos para convertir a estos impíos en amigos suyos. Son ciertamente muy abundantes y variadas las enseñanzas que podemos tomar de las Escrituras santas para nuestro consuelo. Pero bástanos ahora la esperanza de la resurrección y la contemplación de la gloria de nuestro Redentor, en quien nosotros, por la fe, nos consideramos ya resucitados, pues, como afirma el Apóstol: Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.

No nos pertenecemos, pues, a nosotros mismos, sino a aquel que nos redimió, de cuya voluntad debe estar siempre pendiente la nuestra, tal como decimos en la oración: Hágase tu voluntad. Por eso, ante la muerte, hemos de decir como Job: El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Repitamos, pues, ahora estas palabras de Job y así, siendo iguales a él en este mundo, alcanzaremos después, en el otro, un premio semejante al suyo.

R/. No os aflijáis por la suerte de los difuntos como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él.
V/. No lloréis por el muerto ni os lamentéis por él.
R/. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él.


Oración Final.

Oremos:

Escucha, Señor, nuestras súplicas, para que, al confesar la resurrección de Jesucristo, tu Hijo, se afiance también la esperanza de que nuestro hermano N. resucitará. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

o bien:

Oremos:

Oh Dios, gloria de los fieles y vida de los justos, nosotros, los redimidos por la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que acojas con bondad a tu siervo N., y pues creyó en la resurrección futura, merezca alcanzar los gozos de la eterna bienaventuranza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

en tiempo pascual:

Oremos:

Dios de poder y misericordia, cuyo Hijo se entregó voluntariamente a la muerte por todos nosotros, concede a tu siervo N. participar con él en la admirable victoria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

Para varios difuntos:

Oremos:

Oh Dios, que resucitaste a tu Hijo para que, venciendo la muerte, entrara en tu reino, concede a tus hijos [N. y N.] difuntos que, superada su condición mortal, puedan contemplarte para siempre como su Creador y Salvador. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

Para los hermanos, parientes y bienhechores:

Oremos:

Oh Dios, que concedes el perdón de los pecados y quieres la salvación de los hombres, por intercesión de santa María, la Virgen, y de todos los santos, concede a nuestros hermanos, parientes y bienhechores que han salido ya de este mundo alcanzar la eterna bienaventuranza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.


(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios

En el rezo comunitario de ETF acostumbramos añadir:

V/. Desde la salida del sol hasta su ocaso...
R/. Bendigamos el nombre del Señor.

Santa Humbelina

13 de febrero, día de Santa Humbelina

Hoy, 13 de febrero, conmemoramos a Santa HUMBELINA, Religiosa.

SANTA HUMBELINA (1092-1147) nació en Borgoña, Francia, en el castillo de Fontaines-les-Dijon, donde sus padres eran los señores del castillo.

Ella fue la cuarta de siete hermanos, todos ellos varones. Junto con ellos recibió una amplia educación, pero lo principal fue que sus padres predicaban con el ejemplo.

Su familia era muy piadosa y cercana a la vida religiosa. De hecho, uno de sus hermanos, con el que mejor amistad llevó, se convirtió en San Bernardo, uno de los Doctores de la Iglesia.

Humbelina era una persona muy alegre, y su buen humor era celebrado por quienes la conocían. Solía tener charlas profundas de religión con su padre, y más tarde con el que fue su noble marido, Guido de Marcy.

Toda su vida su preocupación principal era cómo servir mejor a Dios. En una charla con su esposo, ambos deciden dedicar el resto de sus vidas a servir en un convento. Él ingresa al de Císter, y Humbelina al de Jully, donde ya se encontraban su cuñada Isabel, quien era la abadesa, y su sobrina Adelina.

Al morir Isabel, Santa Humbelina es quien hereda el cargo. Se le recuerda por el amor y la prudencia con la que cumplió su cometido. Antes de que Dios llamara a Humbelina a su seno, su hermano San Bernardo le predijo que alcanzaría la santidad. Y así fue, en 1871, canonizada por el papa Pío IX.

SANTA HUMBELINA nos enseña el valor de la alegría para servir mejor a Dios.
Humbelina, Beata
Abadesa, 12 de febrero

Humbelina, Beata
Humbelina, Beata

Abadesa

Martirologio Romano: En el monasterio de July, en la región de Troyes, en Francia, beata Humbelina, priora, la cual, convertida por su hermano san Bernardo de una vida mundana, con el consentimiento de su marido abrazó la vida monástica (1136).

Etimología: Humbelinda = Aquella que guía a los suyos, es de origen germánico.

Fecha de beatificación: Culto confirmado por el Papa Clemente XIII el año 1763.
Modernamente, para crecer como persona creyente, es muy importante adherirse a un grupo. Este te ayuda mucho a madurar en tu camino de fe, y te alienta cuando te hace falta. Todos necesitamos sentirnos seres vivos. Y el grupo te impulsa justamente a eso.

Fue una religiosa del siglo XII. Su familia vivía tan profundamente la vida cristiana que todos fueron religiosos o religiosas.

Cuando detrás, en el fondo y enfrente de una persona se encuentra una familia a carta cabal, es normal que en ese ambiente reine la concordia y el afán por escalar la meta más importante de esta vida: la santidad.

Al hablar un día con su padre acerca de su vocación religiosa, éste le dijo: Mira la nieve que hay sobre el Monte Jura. Es muy bella la panorámica. Es cierto. Pero lo que más importa es que esa nieve se convertirá en el agua que riegue estas tierras.

Sin ella, todo sería u desierto en el que no crece nada.

Los monjes encerrados en los monasterios parecen inútiles, pero son la fuente de la que mana el bien espiritual para todos los demás.

Otra vez preguntaba Humbelina: ¿Cómo servir mejor a Dios?
Entonces habló con prudencia y alegría a su marido acerca de su propósito de meterse a monja.

Y sin dudarlo mucho, se marchó al convento de Jully, en que ya estaban su cuñada Isabel y su sobrina Adelina.

A la muerte de Isabel, fue ella quien ocupó el cargo de abadesa del monasterio.
Había una sana competición. La más sana que existe: luchar por ver quién es mejor y más santo o santa.

Su hermano san Bernardo le dijo un día que preveía que iba a ser santa. Cuando le llegó el momento final, fueron sus hermanos a verla pasar a la casa del padre.

Su culto fue confirmado en 1763.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Etimológicamente significa “la que da sombra”. Viene de la lengua latina.

Modernamente, para crecer como persona creyente, es muy importante adherirse a un grupo. Este te ayuda mucho a madurar en tu camino de fe, y te alienta cuando te hace falta. Todos necesitamos sentirnos seres vivos. Y el grupo te impulsa justamente a eso.

Fue una religiosa del siglo XII. Su familia vivía tan profundamente la vida cristiana que todos fueron religiosos o religiosas.

Cuando detrás, en el fondo y enfrente de una persona se encuentra una familia a carta cabal, es normal que en ese ambiente reine la concordia y el afán por escalar la meta más importante de esta vida: la santidad.

Al hablar un día con su padre acerca de su vocación religiosa, éste le dijo: Mira la nieve que hay sobre el Monte Jura. Es muy bella la panorámica. Es cierto. Pero lo que más importa es que esa nieve se convertirá en el agua que riegue estas tierras.

Sin ella, todo sería u desierto en el que no crece nada.

Los monjes encerrados en los monasterios parecen inútiles, pero son la fuente de la que mana el bien espiritual para todos los demás.

Otra vez preguntaba Humbelina: ¿Cómo servir mejor a Dios?

Entonces habló con prudencia y alegría a su marido acerca de su propósito de meterse a monja.

Y sin dudarlo mucho, se marchó al convento de Jully, en que ya estaban su cuñada Isabel y su sobrina Adelina.

A la muerte de Isabel, fue ella quien ocupó el cargo de abadesa del monasterio.

Había una sana competición. La más sana que existe: luchar por ver quién es mejor y más santo o santa

.

Su hermano san Bernardo le dijo un día que preveía que iba a ser santa. Cuando le llegó el momento final, fueron sus hermanos a verla pasar a la casa del padre.


Biografía eclesiástica completa



SAN PLÁCIDO Monje y SAN MAURO y COMPAÑEROS Mártires

5 de Octubre

Ramillete espiritual: «Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.» I Cor. 12, 13

San Plácido y San Benito

SAN PLÁCIDO
Monje y mártir
(518-542)
SAN MAURO
Abad
(+ 580)
y COMPAÑEROS
Mártires
(+ 542)

El Martirologio Romano recuerda a Plácido el 5 de octubre, y a Mauro el 15 de enero. Hasta hace pocos años la Orden benedictina celebraba la fiesta de estos dos santos en fechasseparadas; ahora se los ha unido en una sola fecha. En verdad es imposible separar a las dos primeros discípulos de San Benito, porque todo lo que sabemos de los dos se encuentra en dos pasajes de la Vida de San Benito, escrita por San Gregorio Magno.

En el primero se narra la entrega de ellos a San Benito por parte de sus padres: Esquicio ofrece a Mauro, y Plácido es ofrecido porel patricio Tertulo. El segundo hizo célebre a San Mauro en la historia de la ascética cristiana por su obediencia incondicional, premiada con un milagro.

Mientras San Benito oraba, vio como en visión que el niño Plácido, al ir a sacar agua del lago, se había caído y estaba por ahogarse. El santo Abad llamó a Mauro y le dijo: "Hermano mío Mauro, corre al lago porque aquel muchachito que fue por agua se ha caído y se está ahogando". Inmediatamente fue corriendo al lago y llegó hasta donde estaba Plácido; lo agarró por los cabellos y lo sacó a la orilla. Sólo entonces se dio cuenta que había caminado sobre las aguas, como le sucedió a Pedro en el lago de Tiberíades.

Maravillado, le contó a San Benito lo que había pasado. Este atribuyó humildemente el prodigio a los méritos de Mauro, pero el discípulo estaba convencido de lo contrario, o sea, que el mérito era de San Benito. Efectivamente, Plácido lo confirmó cuando le dijo que él había tenido la impresión de haberse agarrado de la capa del Abad: "...y me parecía que él me sacaba del agua". Lo que sabemos de los dos santos discípulos de San Benito, a más de lo que narra San Gregorio, se debe a una biografía apócrifa, escrita a mediados del siglo IX. Mauro fue enviado a Francia por su maestro, y en Glanfeuil en Anjou fundó el primer monasterio benedictino que, gracias al apoyo del rey, se desarrollo rápidamente.

El biógrafo le atribuye varios milagros, como el de la resurrec-ción de un joven que declaró que así se había librado de las penas del infierno. Mauro murió en el monasterio francés a la edad de 72 años, después que una peste había llevado a la tumba a muchos de sus monjes.

Más inciertas son las noticias respecto de los últimos años de San Plácido. La piadosa fantasía de un biógrafo lo colocó en la lista de los mártires; según ella Plácido fue martirizado en Sicilia por los sarracenos.

Santoral Carmelita


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Pregunta: He visto un santoral de la Orden Carmelita y no coincidía con otro. ¿Por qué puede ser esto? Panamá

Respuesta: El santoral propio carmelita, como los de las otras órdenes, ha sido revisado varias veces. En la revisión más profunda, se quitaron más de 20 santos que, o no eran propiamente carmelitas, o no se sabía nada de ellos, o no eran relevantes para la liturgia o historia del Carmen. Así, por ejemplo, fueron eliminados San Agabo, profeta y pretendiente de la Virgen María, o San Simón Stock (luego repuesto, en otra revisión), como San Espiridión de Tremithus. Por otro lado, han sido añadidos algunos de reciente beatificación y canonización. Aquí le pongo un santoral carmelita, con los santos "viejos" y los "nuevos":

Enero:
Día 2: Santa Eufrosina, virgen.
Día 3: B
eato Elias K. Chavara, presbítero y fundador.
Día 8: San Pedro Tomás, obispo.
Día 9: San Andrés Corsini, obispo.
Día 19: San Dionisio, papa.
Día 22: San Anastasio, mártir.
Día 27: San Enrique Ossó, presbítero y fundador.
Día 29: B
eata Arcángela Girlani, virgen.
Día 30: San Telesforo, papa.

Febrero:
Día 9: San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia.
Día 25: San Avertano, confesor.

Marzo:
Día 3: Beato Jacobino de Canepacis, confesor.
Día 4: Beato Romeo, confesor.
Día 6: San Cirilo de Constantinopla, confesor y Doctor.
Día 13: Santa Eufrasia, virgen.
Día 14: Beata María Josefina de Jesús Crucificado, virgen.
Día 29: San Bertoldo, confesor.
Día 31:
Beata Juana de Tolosa, virgen.

Abril:
Día 1: San Nuño Alvares, religioso (y héroe nacional de Portugal).
Día 17: B
eato Bautista Mantuano, presbítero.
Día 18: B
eata María de la Encarnación, virgen.
Día 22: San Anastasio, mártir.
Día 23: B
eata Teresa María de la Cruz Manetti, virgen fundadora

Mayo:
Día 5: San Ángelo, presbítero y protomártir de la Orden.
Día 8: B
eato Luis Rabatá, presbítero y mártir.
Día 16: San Simón Stock, presbítero.
Día 22: Santa Joquina Vedruna, religiosa y fundadora.
Día 25: Santa Maria Magdalena de Pazzi, virgen.

Junio:
Día 7: B
eata Ana de San Bartolomé, virgen.
Día 12: Beata María Cándida de la Eucaristía, virgen.
Día 14: San Eliseo, profeta.

Julio:
Día 6: Santa Ángela de Bohemia, princesa, virgen.

Día 9: B
eata Juana Scopelli, virgen.
Día 12: Beato Alfonso María Mazurek.
Día 13: Santa Teresa de los Andes, virgen.
Día 16: Nuestra Señora, la Virgen del Carmen.
Día 17: B
eatas Teresa de San Agustín y compañeras mártires de Compéigne.
Día 20: San Elias Profeta, Padre espiritual del Carmelo.
Día 23: Nuestra Señora, la Madre de la Divina Gracia.
Día 24: B
eatas Mártires de Guadalajara, vírgenes mártires.
Día 24: Beata María Mercedes Prat, virgen y mártir.
Día 27: B
eato Tito Brandsma, mártir.
Día 28:
Beato Juan Soreth, presbítero, fundador de las monjas y terciarios carmelitas

Agosto:
Día 7: San Alberto de Sicilia, presbítero.
Día 9: Santa Teresa Benedicta de la Cruz, mártir.
Día 16: Beata Sagrario de San Luis Gonzaga, virgen y mártir
Día 16: Beato Isidoro Bankaja, laico mártir
Día 17: B
eato Angel Agustín Mazinghi, presbítero.
Día 18: Beatos Juan Bautista Duverneil, Miguel Luis Brulard y Santiago Gagnot, mártires de Rochefort
Día 25: B
eata María de Jesús Crucificado, virgen.
Día 26: San Gerardo Sagredo, obispo, apóstol de Hungría y mártir.
Día 26: Trasverberación de Santa Teresa
Día 29: Beata Eufrasia del Sagrado Corazón de Jesús Eluvathingal, virgen

Septiembre:
Día 1: Santa Teresa Margarita Redi, virgen.
Día 2: San Brocardo, confesor.
Día 12: Beata María de Jesús López Rivas, virgen.
Día 17: San Alberto de Jerusalén, obispo y legislador.
Día 21: Santos Eleesbaan y Efigenia de Etiopía.

Octubre:

Día 1: Sta. Teresa del Niño Jesús, virgen.
Día 15: Sta. Teresa de Jesús, virgen y fundadora del Carmelo Descalzo.

Noviembre:
Día 5: Beata Francisca de Amboise, religiosa (fue la primera monja carmelita).
Día 6: Beata. Josefa Naval Girbés, terciaria.
Día 6: Beato Eusebio del Niño Jesús y 15 compañeros mártires.
Día 7: Beato Francisco Palau, presbítero y fundador.
Día 8: Beata Isabel de la Trinidad, virgen.
Día 14: Todos los Santos carmelitas.
Día 15: Todos los Difuntos de la Orden.
Día 16: Beato Ludovico Morbioli, confesor.
Día 19: San Rafael de San José Kalinowski, presbítero
Día 21: San Hilarión, abad.
Día 29: Beatos Dionisio y Redento, mártires.
Día 30: San Serapión, obispo.

Diciembre:
Día 5: Beato Bartolomé Fanti, presbítero.
Día 11: San Franco de Sena, confesor.
Día 11: Beata Maravillas de Jesús, virgen.
Día 12: San Espiridión, obispo de Tremi
thus.
Día 14: San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la iglesia.
Día 16: Beata María de los Ángeles, virgen.
Día 30: San Dionisio, papa.

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Santoral Mercedario

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Seguimos con los santorales de las Órdenes Religiosas, en esta entrega con el propio de la Orden de la Merced, fundada por San Pedro Nolasco (en la imagen) para la redención de cautivos. Llama la atención por la cantidad de santos y beatos en todo el año, incluso algunos se superponen a otros el mismo día. La razón de esto es que en algunos casos eran celebrados solo por las monjas, o por los frailes; en otros casos es porque nunca han recibido culto y sólo se mencionan por ser la fecha de su muerte, en escritos apócrifos, que engrandecían las misiones de la Orden. Muchos santos de esta lista (no completa) no han recibido una beatificación oficial, sólo un permiso de culto reducido a la Orden. La reforma del calendario llevó a suprimir a la mayoría, de tal modo, que el propio mercedario celebra solo un puñado de sus santos (los que están en negrita) que, en comparación con todos, es una escasa minoría. Aquí va:


Enero:

1: San Severino Gallo, mártir.
Beata Catalina de Solaguti, virgen.
2: Beato Guillermo de Loarte.
3: Beato Guillermo Vives.
4: Beato Luis de Halles, presbítero.
Beata Clara de Ugarte, virgen.
5: Beato Dionisio Amalio.
6: San Raimundo de Blanes, caballero laico, protomártir de la Orden.
7: San Raimundo de Penyafort, cofundador.
8: Beato Leandro.
Beata Giacobella María de la Cruz, virgen.
10: Beato Raimundo de Fosso.
13: Beato Mateo de Lana.
14: Beato Guillermo de San Julián.
15: San Diego de Soto, mártir: 15 de enero
18: Beato Juan de Laers, presbítero.
19: Beata Isabel Berti, religiosa.
14: Beata Blanca de Castilla, reina y religiosa.
20: Beato Bernardo de Poncelli.
21: Beatas Cristina, María Magdalena y María de Jesús, vírgenes.
22: Beata Raimunda Tapia, virgen terciaria.
23: Beato Juan Infante, presbítero. Cantó la primera misa de América.
25: Beato Miguel de Plagis.
Beata Leonor de Aragón, reina y terciaria.
26: Beatos Arnaldo de Prades y Claudio de San Romano.
27: Beato Gonzalo Díaz de Amarante, presbítero.
28: Beato Juan de Medina, presbítero.
30: Beato Ferrario.
31: Beato Juan Lupi de Valdemar, religioso.

Febrero:
2: San Bernardo de Corbara, presbítero.
3: Beato Juan Vallejo de Valladolid, religioso.
4: Beatos Alfonso de Maneses y Dionisio de Villaregut
5: Beata Eulalia Pinós, religiosa
6: San Pedro de San Dionisio, mártir
Beata Teresa Fernández, virgen
7: Santos Mártires de África.
8: Beatos Alfonso de Riera, Dionisio Regger, Francisco de Aretto y Francisco Donsu.
11: Beato Bartolomé de Olmedo.
13: Beato Berengario de Asís.
14: Beatos Esteban Marchesi, Pedro Nolasco, Juan Bautista Mansa, Gaspar de Ortega, Juan Zorita, José Latona, Vicente Calderón, Juan Bautista de Sartis, Gaspar Fajolo, Adriano Calabró, Buenaventura Palmerio, Juan Ruiz, Vicente Bonello, Pedro Salanitro, Pedro Salino, Vicente Carrenzo, Andrés Schiafino, Vicente Salanito, Batilano Marsalio y Miguel de la Rosa, mártires de la caridad.
15: Beato Antonio Marini.
18: Beato Matías Malavetino, mártir.
21: Beato Caudio de Portaceli, cardenal.
22: Beato Mahomed Abdallah, moro converso.
24: Beatos Arnaldo de Carcasota, Antonio Taglia y Lotario Arnari.
27: Beato Santiago de Valois.
28: Beato José Abad Carenas, presbítero.

Marzo:
1: San Pedro Hernández, mártir.
Beato Gonzalo de Úbeda, obispo.
2: San Carmelo de Teruel, obispo.
Beata Ninfa Vicenta Cuzzo, virgen
5: Beata Juana Irrizaldi, virgen.
6: Beato Guillermo Giraldi.
7: Beato Enrique de Austria.
8: Beatos Carlos Catalano y Bernardo Monteagudo, obispo.
11: Beato Juan Ordóñez de Castilla, presbítero.
13: Beato Berengario de Alenys: 13 de marzo
14: Beato Tomás Vives, mártir: 14 de marzo
15: Beatos Pedro Pascual y Luis de la Peña.
21: Beatos Comendador de Sevilla y Comendador de Córdoba, caballeros laicos.
24: Beato Arnaldo de Amer
25: San Pedro Formica
27: Beato Claudio Gallo, patriarca.
29: Beato Manuel de Alburquerque.
30: Beato Martín de Salvatierra.


Abril:
1: San Alejandro de Sicilia, mártir.
4: Beato Tomás de Nápoles, mártir.
5: Beatos Antonio Blasi, arzobispo, y Raimundo de Monteolivo.
7: Beato Cristóbal Amerio, cardenal.
9: San Pedro Camino, mártir.
10: San Matías Marco, mártir.
11: Beatos Pablo y Santiago
12: Santos Fernando de Portalegre y Eleuterio de Platea, mártires.
14: San Alfonso de Sevilla.
15: Santos mártires redentores de África.
16: Beato Hugo de Mataplana.
17: Beata Mariana de Jesús, virgen.
19: San Antonio Valesio, mártir.
21: Beato Juan de Riano, presbítero.
23: 48 Santos mártires del Languedoc.
24: 3 Santos mártires de París
25: Beato Sebastián de Riccafont
26: 38 Santos mártires de Auterive
27: San Pedro Armengol, presbítero mártir.
28: San Pedro de Bearn, mártir.
29: Beato Juan Vargas, mártir.
30: Beato Luis Puell y 69 compañeros mártires de Montpellier.

Mayo:
1: Santos Juan de Zorroza y Juan de Huete, mártires.

2: Beato Bernardo de Sevilla.
Beato Juan de Verdegallo, presbítero.
3: Beato Arnaldo de Rossiñol.
4: Beato Lucas de Toro.
5: Beato Lucio de Saboya, mártir.
6: San Pedro Nolasco, Padre y Fundador.
6: Beatos Pedro de Tornamira y Guillermo Tandi y Poncio de Barellis: (suprimidos en favor de San Pedro Nolasco, que antes era el 29 de enero).
7: Beato Antonio de Agramunt.
8: Beato Raimundo de Tolosa.
9: 20 Beatos mártires de Riscala
11: 14 Santos mártires de Carcassona.
12: Beato Juan de Segalars, General de la Orden.
15: 50 santos mártires de Maleville.
17: Beato Bernardo de Verdún.
18: San Juan Gilabert Jofré de Valencia, presbítero, fundador del primer manicomio conocido. No está oficialmente canonizado
20: Beato Arnaldo Serra y 30 compañeros mártires.
22: Beato Pedro de Córdoba.
23: 20 Beatos mártires de Beziers.
Beato Julio de Porto, presbítero.
24: Beato Tomás Vasiere.
25: Santos Pedro Malasanch, mártir y Antonio Caixal.
26: Beato Arnaldo Buysson y 11 compañeros mártires.
28: Beata María de la Natividad, virgen.
31: Beato Juan Falconi de Almería, místico.

Junio:
1: San Arnaldo Arench, mártir.
2: Beato Juan de Barthulono, religioso.
5: Beato Luis de Becofén, presbítero, penitente.
6: Santos Padres Mercedarios de Avignon.
10: Santa Isabel Guillén, virgen.
11: 3 santos caballeros mártires de Damietta.
Beato Antonio Muller.
12: Beato Antonio de Pietra.
15: San Pedro de Cervis, mártir.
Beatos Juan Rodríguez y Pedro de Teruel, presbíteros.
17: Santos Gil, Luis, Juan y Pablo, mártires.
19: Santos mártires de Mallorca.
Beato Arnaldo de Liniberio.
20: Beato Martín de Ágreda.
Beato Luis Matienzo de Logroño, presbítero.
21: Santa Colagia, virgen.
Beato Juan de Jesús de Sevilla, religioso.
22: Beato Juan de Dios de Fuentes, religioso.
24: Beato Cristóbal de Albarrán, mártir.
30: Beato Antonio Tremoulieres.

Julio:
2: Beatos Juan y Sebastián de Cartago, mártires de la caridad.
4: Santa Natalia de Tolosa, virgen.
9: Santísimo Redentor.
Beato Domingo Serrano, cardenal.
13: Beato Juan de Francia, religioso.
14: Beato Jorge de Lauria.
17: Beatos Blas de la Encarnación y Sebastián del Espíritu Santo.
19: Beato Arnaldo de Camerino, caballero laico
21: Beato Juan de Las Varillas, misionero en Honduras.
Beato Juan de Zambrana, misionero en Guatemala.
23: Beato Jaime I de Aragón, rey cofundador de la Orden
Beato Leonardo Recanati, obispo
Beato Juan de Lucca, presbítero.
Beato Juan de Montesinos, presbítero mártir.
24: Beata Margarita Maria López, fundadora.
Beatos Diego Martínez y Juan de Solórzano, protomártires de América.
Beato Pedro de Barellis, cardenal.
26: Beato Juan Iraizos de Bilbao, presbítero.
30: Beato Antonio de San Pedro.

Agosto:
3: Beato Fulgencio de Quesada.
Beato Luis de Ortofin, religioso taumaturgo.
4: Beatos Juan de la Cruz y Gil de Sevilla, presbíteros.
5: Beatos Conrado de Laodicea, obispo y Arnaldo Pons.
6: San Guillermo Sanz, mártir.
Beato Guillermo Altavilla, caballero laico.
8: Beato Dionisio Rabinis.
11: San Teobaldo de Inglaterra y 1 compañero mártir.
12: Beato Berengario de Cassano, caballero laico.
13: Santos Pedro de Santa María y Simón de Lara, mártires.
15: Beato Fernando de Pazos, caballero laico.
Beatas Isabel y María del Paradío, hermanas vírgenes.
16: Beato Juan Negron de Burgos, presbítero.
18: Beatos Domingo de Molinar y Gaspar de Salamanca.
19: Beato Miguel Soriano.
20: Beatos Benito Zafont, general de la Orden y Francisco Matienzo.
21: Beata Beatriz de Roelas, virgen.
22: Beato Esteban de Fontsanta, Patriarca de Jerusalén.
26: Beato Juan de Urgel, General de la Orden.
28: San Agustín, obispo y legislador de la Orden. (porque la Orden tomó su regla monástica como modelo)
31: San Ramón Nonnato, cardenal.


Septiembre:
3: Beato Comendador de Córdoba, mártir.
11: Beato Baltasar Velásquez, mártir.
15: Santos Francisco, Santiago, Sancho, Ildefonso, Juan y Dionisio, mártires.
19: Santa María de Cervellón, virgen.
Beatas Isabel, Bárbara, Antonia y Catalina, vírgenes.
24: Nuestra Señora de la Merced, Madre y Patrona de la Orden
25: Beata Beatriz de Castilla, reina y terciaria.

Octubre:
3: Beato Damián de Portu.
Beato Juan Tapia, presbítero.
7: Beatas Inés, Magdalena, Catalina, Blanca y Mariana, vírgenes.
9: Beato José Monteagudo, presbítero.
11: Beato Juan Nepomuceno Zegrí, fundador.
12:
Beato Juan Ostiense, presbítero.
16: Santos Fernando Pérez y Luis Blanc, caballeros laicos mártires.
Beato Bononato Marimond.
17: Beato Juan de Zamora, misionero en Chile.
19: Beata Sancha de Aragón, princesa y religiosa.
Beato Juan Januari de Montflorite, caballero laico.
22: Beata Esclaramunda de Mallorca, reina y terciaria.
25: Beato Bernardo de San José.
26: Beatos Berengario Alemán de Bellpuig y Bernardo de Figuerols.
28: Beato Bononato de Prexano.
29: Beato Bernardo de Olivella, arzobispo.

Noviembre:
3: Beata Beatriz de Suabia, reina y terciaria.
6: Todos los Santos de la Orden.
Beatos Bernardo de Apiano y Pedro Amelio.
7: Todos los Difuntos de la Orden.
Beata Leonor de Portugal, reina y terciaria.
Beata Blanca de Aragón, reina y religiosa.
8: Beatos Juan de Toves y Pedro Escrivá, mártires de Túnez.
14: San Serapio, mártir.
18: San Raimundo Albert, cardenal.
23: Beata Teresita de Jesús, niña religiosa.
Beato Bartolomé Poggio.
24: 11 Beatos caballeros laicos mártires.
Beato Luis de la Pena, mártir de la Eucaristía.
26: Beato Juan Martínez de Fuentedena, presbítero.
29: Beato Pedro Andador, caballero laico.
30: Beato Berengario de Ostales.

Diciembre:
2: Beato Berengario Cantull.
3: Beato Luis Gallo, mártir.
6: San Pedro Pascual, obispo y mártir.
7:
Beato Pedro Betetta, mártir.
8: Beatos Bernardo de Senroma, Pedro de Valencia, Berengario de Queralt, Poncio de Fornellis, Juan de Roa, Martín de Burgos, Guillermo de Curtis, Bernardo de Leogaris, Guillermo de Podialto, Raimundo Santjust, Juan de Scalis y Raimundo de Costabella.
9: Beatos Arnaldo de Querol y 10 compañeros mártires.
12: Beatos Juan de Josa y Beltrán de Mas, mártires.
13: Beatos Bernardo de Podio, Pedro Ricart, Pedro Boguer, Guillermo de Sa, Juan de Bruquera, Santiago de Copons y Raimundo de Frexa, caballeros laicos.
18: Beatos Santiago de Lara, Luis Gascò, Bernardo de Pratis, Pedro de Barcelona, Pedro de Quesada y Guillermo de Quadres, mártires.
19: Beatos Berengario de Bañares, Pedro de Benevento, Juan de Verdera, Bartolomé de Podio, Guillermo de Prunera, Pedro de Gualba y Guillermo de Gallinaris, mártires.
20: Beato Juan de Molina, presbítero y taumaturgo.
24: Beatas María Ana Prieto, Ana de Arrano, Úrsula de Larisgoizia, María Maguna, Margarita de Sarriá y María de la Asunción de Merriz, vírgenes.
Beatos Dionisio Roneo, Felipe Claro, Julio Pons y Pedro de Valladolid, presbíteros.
26: Beato Pedro Bofett, mártir.

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