viernes, 7 de octubre de 2011

SANTA CLAUDINA THÉVENET, FUNDADORA DE JESÚS-MARÍA



Claudina Thévenet nace en Lyón el 30 de marzo de 1774. Tras vivir las duras experiencias de la Revolución Francesa y el fusilamiento de dos de sus hermanos, comprende que lo que el mundo necesita, urgentemente, es descubrir la existencia de un Dios bueno que quiere sin condiciones a los hombres. Esa es su experiencia personal y el legado que le dejaron sus dos hermanos antes de morir: "Perdona como nosotros perdonamos". Este momento marca un rumbo decisivo a su vida. Tiene 19 años. Ya antes de terminar la guerra, inicia un apostolado clandestino, defendiendo, junto con otras jóvenes, la fe de Cristo y su mensaje evangélico. No le dejan tampoco indiferente las palabras de sus hermanos.

Claudina responderá a las llamadas que le vienen de estas necesidades. Dedica todo su interés a los niños y los jóvenes que viven abandonados y en la ignorancia religiosa. Un día, acoge a dos huérfanas abandonadas en el pórtico de la Parroquia de Saint Nizier.
En ese momento, con la colaboración de compañeros jóvenes, nace una primera Providencia que recibirá el nombre de Providencia del Sagrado Corazón; estamos a finales de 1815. la noche del 5 al 6 de octubre de 1818, Claudina deja a su anciana madre para instalarse definitivamente en una humilde casa, apenas amueblada. Con una obrera, una huérfana y un telar de seda, Claudina acaba de fundar la Congregación de las Religiosas de Jesús-María: "Me parecía haberme lanzado a una empresa loca sin ninguna garantía de éxito".

Hoy, por ayer, 3 de febrero, hemos celebrado la fiesta de Santa Claudina junto a las religiosas de Jesús-María que tienen su residencia en Santomera. Ha sido un día hermoso. Con Sor Rosa y Sor Celina, las Hermanas del Amor Misericordioso, hemos participado en la Eucaristía que ha presidido el párroco de Cobatillas, D. Francisco Martínez Zapata. Después de la Misa, hemos compartido la mesa, un estupendo desayuno en el que no ha faltado de nada, incluido el chocolate con sus respectivos churros. Un rato agradable y enormemente entrañable, entre las religiosas ya ancianas y jubiladas de la residencia, el personal de la casa, algunos vecinos, las Hermanas del Amor Misericordioso y los dos curas que hemos concelebrado. Para postre, la Hermana Reyes, la Superiora, creo, ha recibido el regalo de un mantel para el altar de la capilla y a mí me ha obsequiado con un libro de la vida y obra de Santa Claudina, que prometo leer. Que Dios bendiga a toda la gran familia de Jesús-María, y que el próximo año nos vuelva a reunir el Señor entorno al altar para celebrar a su santa fundadora.

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