viernes, 7 de octubre de 2011

MIÉRCOLES DE CENIZA


LA CENIZA, ¿POR QUÉ?

1) Porque era una forma que en la antigüedad servía para reconocer que el hombre sin Dios era como polvo. Que el hombre sin Dios, al morir, se vuelve polvo y no resucita a la vida eterna (Cfr. Job 42, 6).
2) Las personas se ponían un sayal que era un vestido corriente, feo y molesto, y sobre su cabeza se ponían la ceniza para manifestar que estaban arrepentidos de sus pecados y harían penitencia por ellos (Cfr. Est 4, 1)
3) Sabiendo que el pecador arrepentido no esta sólo pedían a Dios y a sus semejantes el perdón de sus ofensas y hacían constante oración. Toda la Iglesia oraba con ellos y por ellos para que durante la cuaresma pudieran cambiar a una vida mejor.

De acuerdo con el uso bíblico y litúrgico que se refleja en las mismas fórmulas actuales de imposición de ceniza: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Cfr. Mc 1, 15) o bien: “Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver” (Gén 3,19), convendría tener en cuenta los siguientes aspectos:

1) La ceniza es símbolo de conversión; no se trata de hacer simples actos de mortificación, sino de lograr un cambio radical de la existencia humana, de la opción fundamental que da sentido a la vida, de las actitudes. Se trata de una conversión con su doble vertiente inseparable: vertical hacia Dios y horizontal hacia el prójimo.
2) La ceniza es símbolo de nuestra fragilidad y limitación humana. Ser consciente de que un día moriremos, implica el querer aprovechar nuestra vida para llevar a cabo el plan de Dios, el saber descubrir la verdadera escala de valores en nuestra existencia, el comprometernos para crear un mundo más humano, más justo y más cristiano.
3) La recepción de la ceniza es un acto personal y voluntario. Esto significa el movimiento personal de la conversión que se realiza bajo la gracia y la misericordia de Dios.
4) La imposición de la ceniza es también un acto eclesial. Se recibe en una celebración comunitaria, junto con otros miembros de la Iglesia. Es también toda la Iglesia quien intensifica en este periodo su estado de conversión y purificación.

Y TÚ... ¿PORQUÉ TE PONES CENIZA?

No quisiera que tú fueras uno más de esos cristianos que hacen cosas sin saber por qué. Para mucha gente de distintos lugares el Miércoles de Ceniza es algo así como una fecha mágica. Las Iglesias se llenan como nunca, se hacen grandes colas e incluso aparecen ese día quienes nunca van a misa los domingos.

• Para algunas la ceniza es cosa de superstición, de suerte. Si no se la ponen piensan que alguna cosa mala les sucederá.
• Para otros la ceniza no solo sirve para alejar el mal, sino también para atraer el bien. Es una especie de “amuleto de la buena suerte”. Por eso insisten en que se les ponga hasta a los niños muy pequeños (‘por favor póngale ceniza... para que no se enferme’).
• Y hay quienes van “por si las moscas”, pues no saben lo que es y a veces ni tienen fe, pero se la ponen para librarse del mal o para obtener algún bien.

Para evitar que cualquiera de las razones anteriores, te muevan a ponerte la ceniza sobre tu cabeza, reflexiona lo siguiente:

• Cada año celebramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo.
• Pero no se trata solamente de recordar lo que le sucedió, sino de vivirlo junto con Él.
• ¿Cómo celebrar que Cristo padece y sufre por nosotros, si nosotros seguimos viviendo igual?
• ¿Cómo celebrar la resurrección de Cristo y su victoria sobre la muerte, si nosotros seguimos muertos por el pecado y no queremos nacer a una Vida Nueva de fe, de amor y de esperanza?
• ¿ Cómo celebrar que su resurrección es el inicio de la familia universal llamada Iglesia, si nosotros seguimos viviendo en nuestro egoísmo y no nos unimos en comunidad, en familia, para ayudarnos, para trabajar juntos, para buscar el bien, para hacer oración... ?

Para celebrar la pasión, muerte y Resurrección de Cristo, debemos prepararnos. A ese tiempo de preparación la llamamos Cuaresma, porque son cuarenta días en los que reconocemos, de una manera más profunda, que hemos fallado al amor de Dios y arrepentidos buscamos la manera de corregirnos. Por eso la Cuaresma es tiempo de oración, de reflexión, de penitencia, de ayuno y vigilia.

Lo importante es la disposición del espíritu; por ejemplo, si uno deja de comer carne, no es para darse un banquete con pescados o mariscos, sino para privarnos de algo que nos gusta, lo cual no necesariamente es material: tabaco, alcohol, televisión, ..., pero también privarnos de hablar mal de las personas, ‘sacrificar’ nuestro tiempo para visitar enfermos, preocuparnos por el vecino, tener paciencia y amor con los de la casa, etc.
Vivir la Cuaresma es encontrarnos con Cristo en nuestro caminar de cada día y querer seguirlo más de cerca. ¿Te vienes?

No hay comentarios: