martes, 11 de octubre de 2011

El oro del dedo



En la China antigua, un ermitaño con poderes mágicos vivía en una montaña profunda. Un día, un viejo amigo le hizo una visita. Senrin, completamente feliz de acogerle, le ofreció una cena y un abrigo para pasar la noche.
A la mañana siguiente, antes de la partida de su amigo, quiso ofrecerle un regalo. Cogió una piedra y con su dedo la convirtió en un bloque de oro puro. Su amigo no quedó satisfecho. Senrin apuntó entonces su dedo sobre una enorme roca que también se convirtió en oro. Su amigo no sonrió.
- ¿Qué quieres pues? -preguntó Senrin.
El amigo respondió:
- Quiero ese dedo, córtatelo.

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