martes, 20 de septiembre de 2011

LA INQUISICIÓN




Padre Jordi Rivero

Ver también:
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"Iglesia santa y pecadora"


Juan Pablo II pidió a la Comisión Histórico-teológica del Comité para el Gran Jubileo del año 2000 la celebración de un congreso sobre la Inquisición. Se invitaron historiadores universalmente reconocidos, procedentes de diferentes confesiones religiosas, tal como lo pidió el Santo Padre. El historiador Agostino Borromeo, experto en la Inquisición, fue el coordinador. Para facilitar la investigación, el Papa mandó, en 1998, que se abriesen los archivos secretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio). La Iglesia ha hecho todo lo posible para que la investigación fuese abierta a toda la verdad. El congreso sobre la Inquisición fue parte de la preparación para la Jornada del Perdón del año santo. El 12 de marzo del 2000 el Papa pidió perdón por los errores cometidos en el servicio a la verdad recurriendo a métodos no evangélicos.

"La Iglesia busca la verdad histórica para pedir perdón por los pecados de sus hijos". -Juan Pablo II, 15 de Junio, 2004, al presentarse las «Actas del Simposio Internacional "La Inquisición"»

El trabajo de la comisión continuó mas allá del año 2000 y después de un trabajo intenso, las actas del congreso, llamado Simposio Internacional "la Inquisición", se publicaron en el 2004. Constituyen un libro de 783 páginas con las intervenciones pronunciadas en el congreso.

Algunos de los datos contenidos en las Actas del Simposio
ilustrados por el historiador Agostino Borromeo en el acto de presentación:

"El Papa Gregorio IX (1227-1241) fue el primero en instituir comisarios (inquisitores), «delegados de la Sede Apostólica con la tarea de combatir la herejía en determinadas regiones». Con el tiempo, el papado creó una organización estable hasta que se abolió el último tribunal de estas características, el español, en 1834".

La Inquisición en España es el tribunal más conocido. Celebró entre los años 1540 y 1700, 44.674 juicios. Los acusados condenados a muerte fueron del 1,8% y de ellos el 1,7% fueron condenados en «contumacia», es decir, no pudieron ser ajusticiados por estar en paradero desconocido y en su lugar se quemaba o ahorcaba a muñecos. (Esto resulta en aproximadamente 0,1% que de hecho murieron ajusticiados = 45 personas en 160 años).

Por lo que se refiere a las famosas «cacerías de brujas», el historiador constató que los tribunales eclesiásticos fueron mucho más indulgentes que los civiles. De los 125.000 procesos de su historia, la Inquisición española condenó a la muerte a 59 «brujas». En Italia, añadió fueron 36 y en Portugal 4.

«Si sumamos estos datos no se llega ni siquiera a un centenar de casos, contra las 50.000 personas condenadas a la hoguera, en su mayoría por los tribunales civiles, en un total de unos cien mil procesos (civiles y eclesiásticos) celebrados en toda Europa durante la edad moderna».

Proporcionalmente, las matanzas de brujas más numerosas tuvieron lugar en Suiza (se quemaron a 4.000 en una población aproximada de un millón de habitantes); Polonia-Lituania (unas 10.000 en una población de 3.400.000); Alemania (25.000 en una población de 16.000.000) y Dinamarca-Noruega (unas 1.350 en una población de 970.000).

Con el término Inquisición, explicó Borromeo, se designa al conjunto de tribunales eclesiásticos que por expresa delegación papal tenía jurisdicción para juzgar el delito de herejía.

Los primeros comisarios («inquisitores») fueron creados por el Papa Gregorio IX (1227-1241) con el objetivo de combatir herejías en determinadas regiones.

«Progresivamente, con el pasar el tiempo, el papado dotó a esta institución de una organización propia, de una propia burocracia y de normas propias (especialmente para los procesos) que dieron un rostro específico a la Inquisición».

«Particularmente activa en los siglos XIII y XIV para combatir los movimientos heréticos medievales (sobre todo los cátaros y los valdenses), la Inquisición experimentará un descenso en su actividad en el siglo XV».

«Pero experimentará una reanudación en los siglos XVI y XVII con la fundación de los nuevos tribunales de la península ibérica --cuya acción se orientó principalmente contra los pseudo-convertidos del judaísmo y del islam) y con la creación del Santo Oficio romano, concebido en un primer momento como instrumento de lucha contra la difusión del protestantismo».

«Los tribunales fueron suprimidos entre la segunda mitad del siglo XVIII y en las primeras décadas del siglo XIX». «El último tribunal que desapareció fue el español, abolido en 1834».

Conocer la Verdad para pedir perdón por los pecados.

Juan Pablo II envió un mensaje con motivo de la presentación de las «Actas» del Simposio Internacional sobre la Inquisición:
-«Es justo que la Iglesia asuma con una conciencia más viva el pecado de sus hijos recordando todas las circunstancias en las que, a lo largo de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y de su Evangelio. En vez del testimonio de una vida inspirada en los valores de la fe, los cristianos en ocasiones han ofrecido el espectáculo de modos de pensar y actuar que eran verdaderas formas de anti-testimonio y de escándalo».

Juan Pablo II añadió -«antes de pedir perdón es necesario conocer exactamente los hechos y reconocer las carencias ante las exigencias evangélicas en los casos en que sea así».

El papa recordó también las palabras del Concilio Vat II: «La verdad sólo se impone por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas» -Dignitatis humanae (n.1).

El cardenal Cottier explicó que este estudio histórico sirve para que los teólogos puedan tener elementos de respuesta a preguntas como «¿Qué significa la paradoja: la Iglesia santa comprende en su seno a los pecadores?, ¿Cuál es el sentido del testimonio evangélico como dimensión de la existencia cristiana y de los comportamientos antitéticos de anti-testimonio y de escándalo?». «Es obvio que una petición de perdón sólo puede afectar a hechos verdaderos y reconocidos objetivamente. No se pide perdón por algunas imágenes difundidas a la opinión pública, que forman parte más del mito que de la realidad».


Afortunadamente, el cristianismo tiene una doctrina buena, cierta y definitiva que le permite rectificar la influencia del mal que también afecta a sus miembros: El Evangelio.


Las inquisiciones de ayer y de hoy
-Padre Jordi Rivero

Jesús proclamó: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados" -Mateo 5,6. La Iglesia siempre ha inspirado este hambre por la justicia y bajo su influencia se han dado los avances más extraordinarios a favor de los derechos humanos. Los enemigos de la Iglesia, sin embargo, sólo ven los pecados de los hijos de la Iglesia y han creado una leyenda negra en torno a la Inquisición, distorsionando gravemente la historia.

La Iglesia es muchísimo más que Inquisición y los inquisidores son muchísimos más que los de la Iglesia.

Para apreciar la realidad de las cosas hay que ver el cuadro completo y con perspectiva. Mientras existían los tribunales de la Inquisición, eran muchísimos más los hombres y mujeres que entregaron su vida sirviendo al prójimo, haciendo obras de misericordia. Durante la época de la Inquisición había en la Iglesia multitud de creyentes, tanto laicos como religiosos, y clero que con sinceridad buscaban vivir el Evangelio. La Iglesia tenía infinidad de hospitales, escuelas y casas para niños, ancianos y pobres... Las comunidades mendicantes de San Francisco, Santo Domingo y muchas otras llevaban la Buena Nueva hasta los confines del mundo... Muchos católicos, tanto laicos como miembros del clero lucharon para propagar el Evangelio que es amor, paz y justicia en Cristo. Esta es la gracia de Dios, esta es la misión de la Iglesia. ¿Se honra a la Iglesia por todo esto?

¿Por qué se señala a la Iglesia? La justicia exige que se analice la historia con objetividad. Las injusticias siempre han existido y existirán. Siempre habrá que combatirlas, sea quien sea el que las cometa. Pero cuando se acusa exclusivamente a la Iglesia por un mal que todos cometieron en la época no se sirve a la justicia sino a la difamación.

La quema de brujas y los tribunales al estilo de la Inquisición también existían en los países no católicos (ver datos arriba). La mayoría de la quema de brujas fue obra de tribunales civiles. De hecho, los tribunales católicos fueron muchísimo más indulgentes que los civiles. Sin embargo sólo se acusa a la Iglesia y sólo la Iglesia pide perdón.

El Papa dice al respecto:

La distinción entre el auténtico «sensus fidei» y la mentalidad dominante en una determinada época, que puede haber influido en su opinión.

Hay que recurrir al «sensus fidei» para encontrar los criterios de un juicio justo sobre el pasado de la vida de la Iglesia. Este discernimiento es posible precisamente porque con el paso del tiempo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, percibe con conciencia cada vez más viva cuáles son las exigencias de su conformación con el Esposo. De este modo, el Concilio Vaticano II ha querido expresar la «regla de oro» que orienta la defensa de la verdad, tarea que corresponde a la misión del Magisterio: «la verdad no se impone de otra manera sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas» (Dignitatis humanae. -Juan Pablo II, Al publicarse las Actas del Simposio Internacional "la Inquisición", 15, Junio, 2004.

Una mentira repetida constantemente llega a creerse. El ataque incesante contra la Iglesia Católica ha creado una radical distorsión de la historia. Los pecados de la Inquisición se han explotado sin análisis crítico hasta crear una caricatura para fines propagandísticos anticatólicos. Las historias que circulan sobre la Inquisición hacen ver a la Iglesia como si no hubiese en ella más que una gigante Inquisición, causante de todos los crímenes de la historia. Un ejemplo es el siguiente párrafo referente a la Edad Media que tomé de una de las páginas anticatólicas del Internet:

La Edad de la Oscuridad comenzó. El progreso de la civilización humana de repente se detuvo. No hubo acontecimientos de importancia histórica por casi 1000 años. Europa sufrió la plaga negra, la supresión religiosa, los herejes y paganos eran perseguidos por los cazadores de brujas de la Inquisición. La tortura y el genocidio fueron la única respuesta para cualquiera que cuestionara la ley.

Esta es la gran mentira que no debemos aceptar porque se trata de exageraciones y generalizaciones absurdas. Las mentiras se han repetido tanto que la mayoría las cree como si fuesen hechos históricos.

Para juzgar el pasado hay que conocer la historia y no manipularla o sacarla fuera de contexto.
Uno de los casos que con frecuencia se utilizan como paradigma de los horrores de la Inquisición es el famoso juicio contra Galileo. Recientemente recibimos un e-mail reprochando a la Iglesia por haber "torturado y ahogado a Galileo en la época medieval". Esta acusación, sin embargo, contiene tres errores de base: 1-Galileo no vivió en los tiempos medievales, 2- Galileo no fue torturado, 3- Galileo no fue ahogado ni murió violentamente sino que murió de muerte natural a la edad de 76 años en su casa.

Una cosa es criticar los errores y otra es exagerarlos y generalizarlos con el fin de agredir. Es cierto que en el caso de Galileo se cometieron injusticias (reconocidas por la Iglesia ya desde el siglo XVIII), pero los hechos fueron muy diferentes al mito que se ha creado. La historia de Galileo es muy compleja. Galileo tenía amigos y enemigos en la jerarquía. Entre sus grandes amigos estaba el Cardenal Roberto Belarmino. Galileo fue tan católico como sus opositores. También tenía grandes enemigos entre los científicos de su época, los cuales le provocaron grandes problemas. Pero a nadie se le ocurre culpar a la ciencia por eso. Por su parte Galileo cometió también serios errores. Ver: Galileo.

Al delatar la leyenda negra no negamos que los hijos de la Iglesia cometieran injusticias, ni la necesidad de pedir perdón. La Iglesia pide perdón porque sus hijos han pecado. Si bien es injusto crear una leyenda negra también sería injusto ignorar los crímenes cometidos. La verdad se encuentra cuando nos liberamos de prejuicios, cuando se estudia la historia con objetividad, honestidad y mesura. De lo contrario se cae en el mismo error que se pretende delatar. La Iglesia ha pedido perdón pero hay quienes quieren manipular ese perdón como prueba de que la leyenda negra es cierta, como una aceptación tácita de todas las acusaciones tal como las proponen. Los siguientes pasajes ilustran la posición de la Iglesia sobre el perdón:

La Iglesia, aun siendo santa por su incorporación a Cristo, no se cansa de hacer penitencia: reconoce siempre como suyos, delante de Dios y delante de los hombres, a los hijos pecadores. Afirma al respecto la "Lumen gentium": "La Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesita de purificación, y busca sin cesar la conversión y la renovación"» -El cardenal Cottier al presentar las Actas del Simposio "La Inquisición", 15 junio, 2004.

El Magisterio eclesial no puede evidentemente proponerse la realización de un acto de naturaleza ética, como es la petición de perdón, sin haberse informado previamente de un modo exacto acerca de la situación de aquel tiempo. Ni siquiera puede tampoco apoyarse en las imágenes del pasado transmitidas por la opinión pública, pues se encuentran a menudo sobrecargadas por una emotividad pasional que impide una diagnosis serena y objetiva... Esa es la razón por la que el primer paso debe consistir en interrogar a los historiadores, a los cuales no se les pide un juicio de naturaleza ética, que rebasaría el ámbito de sus competencias, sino que ofrezcan su ayuda para la reconstrucción más precisa posible de los acontecimientos, de las costumbres, de las mentalidades de entonces, a la luz del contexto histórico de la época -Documento: Memoria y reconciliación

Los actuales perseguidores de la iglesia me recuerdan como los Nazis acusaban a los judíos de ser los causantes de todas las miserias de Alemania. Cuando se respondía a esas acusaciones, los Nazis proporcionaban algunos ejemplos reales, inventados o exagerados. Así el pueblo fue preparado para el holocausto. ¿Es cierto que los judíos cometieron crímenes? Sí, es cierto. Pero no más que los cometidos por los demás alemanes. El hecho es que todas las etnias han cometido crímenes. ¿Cuando un judío cometía un crimen, acaso era por culpa de su religión? No. No era el judaísmo el causante de los crímenes, ni eran los crímenes de los judíos diferentes a los de cualquier otro grupo. Pero la propaganda Nazi creó una imagen nefasta de los judíos saturando los medios de comunicación con historias de crímenes cometidos por ellos. Se creó así una imagen de los judíos que parecía imposible cuestionar. Todo el mundo "sabía" cómo eran los judíos.

Al defender a los judíos, ¿se estaría negando que algunos cometieron crímenes?, ¿se estaría minimizando el mal?. No. Más bien se estaría haciendo justicia, poniendo las cosas en contexto y proporción. Dios quiera que todos luchemos contra el crimen, que nunca se justifique un solo abuso contra un ser humano. Al mismo tiempo debemos combatir toda demagogia y manipulación de datos utilizados para crear una falsa imagen de una raza o grupo. Este tipo de injusticia abre las puertas al odio y la agresión.

El pecado no es propio de la naturaleza de la Iglesia.

Es necesario saber distinguir entre la naturaleza y el accidente. Por ejemplo: La maternidad es un hermoso don de Dios, su naturaleza es muy buena. Es cierto que hay muchas madres que cometen graves delitos contra sus hijos. No por eso deja de ser buena la maternidad y al defenderla no estaríamos justificando los delitos, al contrario, el mal se comprende mejor cuando se tiene conocimiento de cómo las cosas deberían ser. La prostitución, sin embargo, es mala en su propia naturaleza. Su razón de ser en sí misma es contraria a la dignidad humana. No por eso arremetemos contra las prostitutas para apedrearlas. Pero si quisiéramos ayudarles a salir de esa opresión.

La Iglesia católica es madre pero sus hijos son seres humanos. Ya desde el principio aparece la traición de Judas. Jesús mismo advirtió: "¡Ay del mundo por los escándalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan escándalos, pero ¡ay de aquel hombre por quien el escándalo viene!" Mateo 18,7. También el Evangelio nos habla de la cizaña que el enemigo planta entre el trigo (la Iglesia) Cf Mt. 13,25-40. Esta cizaña daña a los hijos y a la misión de la Iglesia, pero no es parte de su naturaleza. Es como un cáncer en el cuerpo. Cuando sus hijos pecan, aunque estos sean de la jerarquía, es precisamente por no vivir según su Evangelio, por no ser consecuentes con su vocación bautismal de ser Iglesia.

Obviamente Jesús no justifica el pecado, pero nos advierte que aún en la Iglesia somos vulnerables y siempre habrá buen fruto y cizaña creciendo juntamente (Cf Mt 13:25-40). ¿Es la Iglesia la causante de la cizaña?. No. Su doctrina y su gracia no fomentan cizaña alguna. Es el enemigo, el que opera en el mundo, quien penetra y la siembra. Ciertamente debemos de renunciar al pecado y sacarlo de entre nosotros. No podemos justificarlo. Ciertamente los católicos son influenciados por el mundo y caen muchas veces en lo mismo que hace el mundo. Pero ¡mucho cuidado de no condenar a la madre buena por lo que hacen los hijos réprobos!.

La Iglesia es santa por su naturaleza, santa en virtud de su Cabeza que es Cristo. La Iglesia es Su Cuerpo Místico. En ella se encuentran todos los medios para la santidad. Su doctrina es santa. De ella recibimos la gracia para vivir el amor y el perdón. El pecado de sus miembros no resta verdad a lo dicho. Sólo demuestra que ellos no supieron vivir a la altura de su vocación. Los que quieren ver pueden descubrir en la multitud de santos los efectos de la gracia que la Iglesia comunica a aquellos que la saben recibir.

La iglesia, a través de los siglos, ha sido el principal agente en la toma de conciencia sobre los derechos humanos y en los esfuerzos por su implementación. La Iglesia se ha dedicado a través de los siglos a enseñar el camino del amor divino que recibe de Cristo. Multitudes de hombres, mujeres y niños se han entregado a servir a Dios y a sus hermanos inspirados y fortalecidos como miembros de la Iglesia.

¿Qué hacemos hoy día?
¿Qué diremos de nuestro siglo? La Inquisición se queda muy pequeña en comparación con los genocidios de nuestro tiempo. ¿Cómo podemos reclamarle a los que vivieron en otro siglo por sus crímenes si nosotros mismos aceptamos la masacre actual de millones de niños inocentes?.

Conclusión

Reflexionar sobre los males del pasado, dentro y fuera de la Iglesia, nos debería ayudar a valorar más la verdad eterna de la doctrina de la Iglesia que brilla ante la razón y nos reta a buscar nuestra propia conversión y a luchar por eliminar las atrocidades de hoy día.

Aún desde un punto de vista puramente humano, podemos constatar cuánto necesitamos a la Iglesia, pues ¿quién es hoy día la voz que clama por los no nacidos, los ancianos, los inmigrantes, los presos, por los que no tienen voz?

-Padre Jordi Rivero

Ver también la verdad sobre la Caza de Brujas


Entrevista de Zenit con el Padre Georges Cottier, organizador del reciente Simposio
-Vaticano; 9 de Noviembre 1998 (Zenit).

«La gran debilidad de la Inquisición consiste en haber querido defender la verdad con medios violentos». Este es el sintético juicio del padre Georges Cottier, teólogo de la Casa Pontificia y organizador del Simposio internacional sobre la Inquisición que se celebró en los últimos días de octubre en el Vaticano.

«La historia de la inquisición no es la historia de la Iglesia. La Iglesia es santa y da siempre frutos de santidad. Pero con esto no quiero decir que la Iglesia esté compuesta sólo de hombres santos, sino que produce frutos de santidad, en cada generación, también en nuestra época. La inquisición ha sido una institución eclesiástica y temporal que ha tenido ciertamente grandes defectos con sus consiguientes efectos negativos, pero éste no es el camino de la Iglesia. La Iglesia, como esposa y cuerpo de Cristo, tiene que gozar de toda nuestra confianza y, cuando hace penitencia, como indica Juan Pablo II en la carta apostólica "Tertio Millennio Adveniente", está cumpliendo un acto de lealtad y valentía que nos da nuevas fuerzas para afrontar el presente y el futuro».

--Zenit: ¿Cuáles son las novedades que han emergido en el Simposio?

--Georges Cottier: No podemos hablar de auténticas novedades, en parte porque los historiadores presentes trabajan sobre este argumento desde hace muchos años. El encuentro ha servido para aprender los unos de los otros. Se ha discutido mucho sobre la interpretación de algunos hechos concretos. Por ejemplo, se constató que no existe claridad en el recuento de los números de las víctimas de la Inquisición y mucho menos en su interpretación. Nuestra información tiene todavía muchos puntos que deben seguir siendo investigados. Muchos archivos fueron destruídos, otros no se han estudiado suficientemente y el archivo del Santo Oficio acaba de ser abierto. Sin embargo, a pesar de las dificultades, alcanzamos un consenso en puntos realmente importantes.

--Zenit: Una cierta historiografía dibuja a la Inquisición con los colores de la tortura y el calor de las hogueras. Por el contrario, algunos expertos cristianos defienden la utilidad que tenían estos tribunales. Usted, ¿qué piensa?

--Georges Cottier: La interpretación de los hechos que afectan a la historia de la Inquisición es muy controvertida. El análisis histórico tiene que tener en cuenta el contexto en el que tuvieron lugar los hechos. Algunos de los procedimientos atribuídos a la Inquisición, por ejemplo, eran los mismos que utilizaban los tribunales civiles. Incluso el procedimiento del proceso era el mismo. Muchos procesos terminaron con el reconocimiento de la inocencia del imputado y la pena para los condenados no era siempre la ejecución capital. El porcentaje de condenas a muerte fue inferior a lo que normalmente se piensa. Pero se trata de un problema de principio. Aunque hubiera habido poca gente condenada a muerte injustamente, el problema sigue en pie. Las comparaciones cuantitativas me causan repugnancia, pues no afrontan el verdadero problema.

Por lo que se refiere a la interpretación de la Inquisición, se trata de un problema más teológico que histórico, aunque es cierto que el argumento histórico tiene que ser profundizado, pues no se puede hablar de este tribunal sin conocer la verdad de los hechos. Desde el punto de vista teológico, se han identificado algunas pistas de reflexión. El padre Juan Miguel Garrigues ha insistido en que la Inquisición, en sus raíces doctrinales, es un problema que nace ya con San Agustín en su disputa contra los donatistas. Ya en aquel entonces Agustín pidió ayuda al brazo secular pues en aquel momento el imperio se había hecho oficialmente cristiano. Esto significa que no se puede entender la Inquisición sin la idea histórica de cristiandad, que es una forma de sociedad civil y política en la que todos los miembros están comprometidos en la profesión de la fe cristiana. En la Inquisición nos encontramos ante la defensa de la fe como protección de la Iglesia y también como elemento cultural que une al pueblo. Por ejemplo, no se puede entender la historia de la Inquisición española fuera de esta lógica. Sólo cuando se hace un esfuerzo por pensar como razonaban las personas de aquel tiempo es posible comprender por qué tanta gente excelsa y de gran fe no experimentó los interrogantes que planteaba esta institución.

Es verdad que en nuestro siglo se han dado genocidios, pero esto no quiere decir que podemos analizar la Inquisición sin remordimientos.

--Zenit: A la edad moderna le gusta ponerse la etiqueta de «edad de los derechos» y, por ello, critica severamente a la Inquisición. ¿Cómo es posible analizar con los ojos de hoy lo que sucedió en la historia pasada?

--Georges Cottier: Hoy vivimos en una sociedad pluralista en la que la distinción entre poder temporal y espiritual es mucho más clara que en el pasado y esto representa un gran cambio. A partir de esta consideración, hay que hacer una reflexión teológica. La conciencia moral cristiana se afina con el avanzar de la historia. No estoy diciendo que los cristianos son mejores hoy que antes, pues quizá hay más pecadores ahora que en el pasado --sólo Dios lo sabe--. Pero, como ha sancionado el Concilio Vaticano II y la carta «Tertio Millennio Adveniente», «la verdad se defiende con las armas de la verdad» y esto representa un progreso enorme para la conciencia cristiana.

Basta pensar, por ejemplo, en el debate actual sobre la pena de muerte. Al inicio de este siglo, la pena de muerte era algo comúnmente aceptado, ahora, por el contrario, su práctica es causa de auténticos problemas para la conciencia de los cristianos. Esto demuestra que pueden nacer exigencias más rigurosas en la conciencia cristiana. De este modo, se puede entender cómo ciertos actos, que no fueron percibidos como un mal moral en una época, son vistos hoy como inaceptables.

Pero quisiera añadir que la realidad moderna es paradójica. Hoy día vemos cómo muchas personas critican las prácticas violentas de la Inquisición, y cómo luchan contra la pena de muerte, pero al mismo tiempo asistimos a la
liberalización del aborto y de la eutanasia. De este modo, constatamos que el progreso de la conciencia no es linear: se pueden dar pasos adelante en un campo y pasos atrás en otro. Si, además, somos testigos de cómo algunos sistemas totalitarios, en nombre de la «Razón de Estado», no han dudado en cometer masacres y torturas de masa, entonces comprenderemos la complejidad de la historia. El hombre está llamado a la santidad, pero es pecador y el pecado forma parte de la historia.

--Zenit: Tomás de Torquemada es descrito como un inquisidor cruel y torturador. Pero, ¿fue realmente así? ¿Qué responde ante el hecho de que algunos inquisidores fueron canonizados?

--Georges Cottier: Hay santos inquisidores, pues vivieron la caridad perfecta, sin participar en las malicias morales de estas prácticas. Es conocido, por ejemplo, el carácter severo de la Inquisición romana bajo el gobierno del Papa Pío V. Además, no hay que confundir la estructura represiva de la Inquisición con la figura de algunos inquisidores, cuya tarea consistía en identificar a los herejes y convertirles. Los santos viven la vida evangélica, incluso aquellos que aceptaron la inquisición, vivieron según esta senda. Uno de ellos fue, por ejemplo, San Pedro mártir de Verona, quien es recordado en el calendario. Hay que tener en cuenta que, en aquel entonces, no se percibía la incompatibilidad de algunas prácticas con la difusión del Evangelio. La violencia ha abierto siempre las puertas a períodos oscuros, especialmente cuando el poder civil ha tomado en su mano la cuestión de la represión de los herejes.

Por lo que se refiere a Torquemada, hay que decir que era muy riguroso, pero la búsqueda del rigor en ocasiones puede crear problemas. El afán obstinado por perseguir el rigor de la virtud podría tener algo de inhumano. Basta pensar, por ejemplo, en un hombre duro como Calvino. Tenemos que rehabilitar la moderación que forma parte de la virtud de la prudencia en la lucha contra el vicio. A veces el rigor puede ser exagerado, para convertirse un tipo de celo que deja de ser evangélico. No creo que Torquemada fuera un sádico. Quizá se dieron casos graves, en especial cuando utilizaba la tortura para obtener la confesión.

--Zenit: ¿Cuál es su opinión sobre la utilidad de los resultados obtenidos en el simposio?

--Georges Cottier: El primer objetivo consiste en preparar un dossier al Santo Padre. El Jubileo es un acto de alegría, una alegría que nace del perdón de Dios.

Tenemos que pedir perdón también por algunos pecados cometidos en la historia. Pero se corre el riesgo de pedir perdón por hechos que nunca existieron. El Papa habla de purificación de la memoria. Esto quiere decir que tenemos que purificar nuestra imagen del pasado de los errores que son promovidos por la propaganda. La idea horrorosa de la Inquisición difundida entre la opinión pública es seguramente exagerada. Por este motivo, hemos decidido escuchar a los historiadores para que nos digan qué fue exactamente la Inquisición. La petición de perdón debe formularse basándonos en la información más exacta posible. Este era el objetivo fundamental del Simposio y estamos contentos por los resultados alcanzados.

--Zenit: ¿En qué medida estos resultados pueden ser estímulo o freno para el diálogo ecuménico e interreligioso?

--Georges Cottier: Creo que pueden ser un auténtico estímulo a condición de que se trate de un auténtico diálogo. La Iglesia no tiene miedo de la verdad y, considerando que no puede haber diálogo sin dos interlocutores, tenemos que esperar que la otra parte muestre la misma disponibilidad. Esta es la primera condición del diálogo. Por este motivo, la investigación de la verdad histórica debería ayudar a todas las partes interesadas en el diálogo. La inquisición fue instituída por los católicos, pero la pena de muerte fue aplicada por otros muchos sistemas y confesiones. De todos modos, estoy convencido de nuestra disponibilidad para descubrir la verdad.

Ver también:
Museo de la Inquisición

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